viernes, 31 de diciembre de 2010

RECOPILACIONES 2010

En retrospectiva, éste ha sido un año casi perfecto. Comenzaré con la cereza encima de mi helado de chocolate: el tweet que decía “YO YA SABÍA TODO” y los que le siguieron. Y me daré el tiempo para responder a ellos, ya que, muchos pensaron que, yo cerraba mi cuenta por esta situación. Primero que nada, yo no solo tengo “alma” de pianista. Tengo manos, dedos y carrera de pianista. Nueve años en un conservatorio me dejaron una curvatura en el dedo anular de ambas manos, por ser éstas muy pequeñas para tocar. Yo no me creo tecnocumbiera, ni “performer”. De hecho mi intención de FIGURETEAR es tan mínima, que por la misma razón mi carrera es composición. Lo que quiere decir que hago las canciones, pero no las canto. Segundo, nada de lo que subí en el post anterior fue photoshopeado. De hecho, me dio tanta pereza que hice los printscreen y los pase a jpge por PAINT. Lo que yo sé de photoshop, lo he aprendido yo sola, no he estudiado nada parecido a diseño ni mucho menos. Tercero, si creen que para mí, “te los tragas cuando te la comes”, es un insulto, se ve que no me conocen. ¿Desde cuándo decir que te gusta el sexo es un insulto? Y peor viniendo de la persona que vino. Y por último, sí, es verdad, tengo dos hijos, con dos personas que, en su momento, fueron muy importantes para mí. Lo único que quiere decir eso es que, siempre fui enamoradiza y que tuve DOS relaciones significativas en mi vida. Y gracias a Dios, tengo a mis dos hijos que me quedan de regalo para toda mi vida. Otras personas, en cambio, al final de sus tantas relaciones “fríamente calculadas”, solo les queda el vacío de seguir solas. Yo, tengo dos amores en mi vida, seguros. Otras, no tienen más que un “amor” que no saben en qué momento se les va a esfumar. Y qué pena que se conformen con ese “peor es nada”. Esas seguirán toda su vida adaptándose a los hombres, mientras que yo me preocupo porque me quieran bajo MIS REGLAS.
Y como para ya cerrar el tema. Creo que muchos no entendieron el propósito del post. Yo no me arrepiento de lo que hice. Ya han pasado aproximadamente dos meses de lo sucedido. ¿Por qué recién ahora iba yo a sacar esto a la luz? A mí no me engatusaron con labia barata, porque yo sabía a lo que iba. Puede ser que yo sea muy cínica y lamentablemente, es verdad, que no confío ni en mi propia sombra, pero no tengo nada que esconder y no tengo rabo de paja. De mí nadie puede hablar nada. No tengo compromisos con nadie, no tengo nada que perder. Si escribí el post no fue para desenmascarar al tipo con la pelada, porque por lo visto ella también es una joyita, sino para que todos nos demos cuenta que no es nada de lo que él dice ser, ningún macho alfa castigador, etc, etc, etc.
Siguiendo en temas, no tan placenteros, pero más ligeros. Ya tenía pensado cerrar mi cuenta de twitter hace más de dos semanas. Como todos los que me siguen y leen mi blog saben, la semana pasada tuve un encuentro con el bisturí y con la anestesia general. Entre los exámenes que tuve que hacerme, mi médico, notó que tenía la presión por encima de lo normal. Mi papá es hipertenso, por lo que se armó una verdadera trinca en mi casa por mis malos hábitos: el cigarrillo, la comida chatarra y el twitter. Mi mamá amenazó con dejar de pagar mi plan de celular si es que yo no cerraba mi cuenta de twitter ya que, para ella, este mundo virtual en el que supuestamente vivo, no me deja descansar ni un momento del día y eso es lo que me tiene estresada y con la presión alta. Solo estaba esperando subir el post anterior para desactivar la cuenta pero, al ver el relajo que se armó, no me podía quedar callada. Así que ya saben, todos pueden volver a seguirme en @Manu_QB. Y los que ya lo hacen, Bienvenidos a mi TL!
Se va un nuevo año y, en lo personal, a mí no me queda más que agradecer por todo lo que me ha pasado. Tuve buenos trabajos, mis hijos están felices, me libré de una persona que me hacía la vida imposible, el niño Jebus me trajo a mi Cuchito exactamente como se lo pedí y bueno, muchas cosas más por las cuales estar feliz. Agradecer porque me he dado cuenta que hay personas más trastornadas que yo. Que tengo buena ortografía, aunque a veces me fallen LOSOJOS. Que, a pesar de todo, tengo buena salud y que, gracias a mi escándalo en el quirófano, no me rajaron una vez más la panza. Que he conocido a gente buena, mala, indiferente, problemática, caritativa, generosa, y que todos me han dejado lecciones valiosas. Yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho, todos somos humanos y cometemos errores. Pero estos errores, nos ayudan  a saber lo que queremos cambiar de nosotros mismos y de nuestras vidas en general.
Éste, en definitiva, ha sido un buen año para mí. No tengo nada de qué quejarme como en los tres años anteriores. Mi vida es perfecta como está. No necesito nada más de lo que tengo. Dios nos puso pruebas muy difíciles este año y supimos superarlas, si o no gorda?
Lo siento si he hecho daño a alguien, obviamente sé que es así. En este nuevo año trataré de alejarme de entes que lo único que hacen es envenenar mi vida, incluyendo el cigarrillo. Espero poder hacer el bien sin mirar a quien. Y ojalá llegue al número de followers que tenía antes. Y como siempre digo, ahí se leen, hasta el próximo año.

sábado, 25 de diciembre de 2010

ANESTESIA GENERAL...

Siempre me pregunté cómo se sentía estar bajo anestesia general. Después de tener, casi un colapso nervioso en el quirófano, por una confusión en el procedimiento que se me debía realizar, llegué a saberlo. Cuando entró el anestesiólogo, un hombre corpulento y con una voz resonante, y me dijo que me iban a poner la epidural, casi me desmayo. Comencé con un ataque de pánico, no dejaba que nadie me toque hasta que llegara mi médico. La raquídea, es una inyección de casi un metro que te meten en la columna. Es uno de esos dolores, que aguantas por un propósito especial. Cuando vas a dar a luz por cesárea, resistes el dolor sin quejas, porque estás a punto de ver a tu hijo. Pero, ese dolor espantoso, no lo resistes por ninguna razón que no sea más que la alegría de ver, al pequeño que has tenido en tu vientre por nueve meses. Gracias a Dios, mi médico llegó justo a tiempo, antes de que comenzaran mis gritos desesperados por evitar la aguja en mi espalda.
Y ahí comenzó mi viaje casi nirvánico. Lo último que recuerdo fueron las palabras del anestesiólogo haciéndome un chiste: ¿Toma usted algún medicamento para la gripe, para bajar de peso, para dejar de ser barcelonista? Yo: Uhhhh doctor por gusto me dijo en este momento que usted es emelexcista, ahora me pondré nerviosa… pffff dginbfloadbsbjakdirubscad (nublado). Después de eso sólo recuerdo despertar con la tembladera en la sala de recuperaciones. Ya estaba. Ahí, acostada sin mi acompañante de la panza (el quiste) y completamente esterilizada. Recuerdo que soñé con el Dr. Mattlock de Dr. 90210, porque hablé con mi mamá de él antes de entrar al quirófano. No me pregunten qué, pero sé que soñé con él. Fue raro despertar y saber que ya todo había acabado, y que me lo había perdido. Di gracias por eso. Una cirugía con anestesia local y “borracha”, dura una eternidad, parece que el tiempo pasa a uno por hora. Y, en ese momento, creo que sentí algo peor de lo que habían hecho dentro de mi barriga. Y era el hecho de que ya nunca podría volver a tener hijos.
Luego de pensarlo por mucho tiempo, yo ya había decidido, no tener más hijos, por lo menos en un lapso mínimo de diez años más. Pero, no puedo negar que me dio una nostalgia inmensa en ese momento, saber que, ahora, para poder sentir a otro ser en mis entrañas, iba a necesitar de otra cirugía. Un pequeño remordimiento se vio reflejado en mi interior. Aunque, claro, las razones para hacerme ligar fueron más contundentes. Sería, de mi parte, completamente irresponsable traer a otro niño al mundo. Con mis cambios de ánimo y humores bipolares, mis hijos están condenados a sufrir, no quiero eso para nadie más. Si por esta razón estoy predestinada a quedarme soltera, pues que así sea. Por último, pienso yo, que si hay un hombre que quiera casarse conmigo, deberá amarme lo suficiente para aceptarme sin querer tener hijos, o hacer el sacrificio para pagar la operación del reverso. Por suerte, la medicina y la tecnología han evolucionado muchísimo, y si me da la gana, mucho después, si quiero volver a tener hijos, puedo revertir mi decisión. Pero, por el momento lo veo muy muy lejano.
Ésta, es una de esas decisiones que duelen, pero que deben tomarse. La gente piensa que es una decisión cobarde, no se dan cuenta que es la más valiente. Digamos que si estuviera en una situación en la que no puedo mantener a un hijo, pero quedo embarazada, la decisión cobarde sería abortar y la más difícil, darlo en adopción. Esto es como una adopción. Yo estoy dejando de lado, la ilusión de volver a ser madre, de volver a enamorarme, de formar una familia, y de ser feliz, por dedicarme enteramente a mis hijos. Si hice esto, fue por ellos. Han sufrido tanto por mis estupideces, que no quiero correr el mínimo riesgo de hacerlos sufrir nuevamente. Soy tan volátil, que en cualquier momento puede llegar otro imbécil, que me prometa el oro y el moro, y ahí quede yo con otro niño en este mundo miserable. No quiero correr más ese riesgo.
Luego de descubrir mis tendencias bipolares, lo más sabio fue pedir que se me realice este procedimiento. No puedo dejar ni el más mínimo chance de que algo salga mal. Mis hijos no podrían aguantar ni un tropiezo más mío. Dudo que ellos, en algún momento, me reprochen no tener otro hermano. La única que podría sufrir por la frustración, podría ser yo. Y estoy dispuesta a aceptar eso, por verlos a ellos felices. Les he hecho tanto daño con mis acciones irracionales, que, como ya dije, no puedo dejar ni la más mínima posibilidad a la suerte.
Y así, aunque soy muy joven todavía, renuncio a la ilusión de algún día, tener esa familia, esa casa con un jardín grande, columpios, un golden retriever, un gato con cascabel, niños corriendo y un esposo amoroso. Todo por mis hijos. Porque prefiero que ellos sean felices ahora, a matarme infeliz por una ilusión que, tal vez, nunca llegue a hacerse realidad. Sé que soy joven, que me falta mucho por vivir, pero mis hijos están ahora aquí, y no puedo preferir soñar en un futuro, en vez de vivir con ellos el presente. Se acabaron mis delirios de felicidad infinita. La vida duele, y así seguirá siendo. Pero desde este momento, por lo menos podré decir que trato de hacer lo posible porque, a mis hijos, no les duela más de lo que les debe doler. Pongo mis pies sobre la tierra y acepto, que no soy la mujer más maternal que existe. Amo a mis hijos con mi vida y quizás más. Pero eso no quiere decir que sea la indicada para ser madre. Trato de ser lo mejor para ellos, aunque a veces, eso no es suficiente. Ser madre requiere tomar decisiones. En éste caso, fue dejar a un lado la ilusión de algún día convertirme en una madre modelo, con la familia perfecta, por hacer que mi familia, aunque no sea perfecta, a los ojos de la sociedad, sea lo mejor para mis pequeños.
Y así, la anestesia general, se me llevó el sueño atrasado de varias semanas, y la ilusión del césped siempre verde…

viernes, 24 de diciembre de 2010

Consumismo Navideño… Tradición marketera…

Creo, que cuando somos niños, la mejor época del año es diciembre. Sabemos que vienen las vacaciones, nos llenan de regalos en navidad, las fiestas con comida y juegos. En resumen es una época maravillosa. Cuando crecemos es completamente lo contrario, para algunos. Y es que por fin nos damos cuenta de muchas cosas que han permanecido ocultas por tanto años. No existe papá Noel o el niño Jesús; son nuestros padres quienes dejan los regalos debajo del árbol. Y cuando crecemos el consumismo y la novelería nos hace odiar estas fechas.
Ahí está el problema. Nos centramos en estas fechas en comprar el regalo perfecto, el “outfit” perfecto, cocinar la cena perfecta, todo perfecto. ¿Para qué? Para que se coman la comida en menos de media hora, abran los regalos en 15 minutos y te quiten la ropa en 5 minutos (asumiendo que ese sea tu regalito de navidad). Estamos meses preocupados por los décimos y bonos, para más de gastarlos en dos días. Cada vez nos dejamos llevar más por el marketing de las grandes marcas que nos incitan a la compradera compulsiva. Adquirimos cosas que realmente, ni siquiera nos sirven. Todo nuestro sueldo se nos va en cenas de las oficinas, los trabajos, los amigos, los hijos, las escuelas, colegios, etc. Perdemos nuestros ahorros en regalos caros, en comida y nos olvidamos del verdadero espíritu de la navidad.
¿Cómo no vamos a odiar la navidad entonces? Si, lo único que representa para muchos, la navidad, son deudas. Nos denominamos “grinchs” porque queremos eliminar por completo el espíritu novelero de comprar regalos. Nos perdemos la verdadera magia. El encuentro de la familia, estar junto a nuestros seres queridos. Para mí, ésta, será la mejor navidad. Aunque mi gordito chino está lejos, por motivos varios, pasaré nuevamente con mi familia. Después de tres años, separada de ellos, las verdaderas personas que me quieren, este año volveré a retomar lo que realmente, significa la navidad. Mis deseos, todos han sido concedidos. Tengo a alguien que, aunque todavía no está definido completamente como dueño de mis sentimientos, está ahí, preocupándose por mí y haciéndome confiar, poco a poco, en él. Completé mi cirugía sin ninguna complicación y con el plus de que no voy a tener que preocuparme nunca más de los embarazos no deseados, a menos que yo lo elija así. Veré a mi familia, a mi prima que vive en Alemania, a mis sobrinos que están cada vez más hermosos. Pasaré con el primer amor de mi vida, a quién le hace mucha falta mi cariño y atención. Comeré todo lo que me dé la gana. Y podré escuchar los chistes de mi papá con su humor navideño. Tomaré el chocolate de mi mamá que tanto me encanta.  Y si recibo algún regalo, eso simplemente será un extra.
Estoy feliz por todo lo que me ha sucedido este año. He trabajado, he estado con mis hijos, dejé atrás una parte muy fea de mi vida, conocí personas muy interesantes y he afianzado mi confianza. Agradezco a Dios por todo eso, y de eso debería tratarse estas épocas. De ver atrás, el año que ha pasado, y sentirnos agradecidos por todo lo que ha acontecido. Los regalos, detalles, etc., son solo algo a parte. No deberían ser el centro de nuestra navidad. Puede sonar muy cursi, pero yo todavía no he perdido el verdadero espíritu de la navidad. Nos dejamos llevar por spots publicitarios de todos los tipos y comenzamos a ver el signo de dólar en todos lados. Creemos que las cosas materiales deben primar en la celebración de la navidad.
Aunque, para mí la navidad, sea igual que cualquier otra época del año, no soy grinch. Y es por el hecho de que, aunque no lo crean, la navidad, los regalos, las reuniones, etc., yo las vivo todo el año, no solo en diciembre. Mis hijos reciben regalos siempre, si es que se portan bien. Me reúno con mi familia cada vez que puedo. Agradezco a Dios siempre que es necesario. Y trato de ayudar a las personas siempre que puedo. No creo que la navidad deba ser una vez al año. Es un cliché, lo sé, pero la navidad debe vivirse los 365 días del año. Y creo que, tal vez por eso, la navidad, para mí, no es más que otra época del año.
Así que dejen el mal humor. Si no les gusta la navidad, es porque ustedes mismos lo han convertido en un festín consumista y sin sentido. Vean lo simple y hermoso que tiene la vida, y verán que volverán a amar la navidad…





sábado, 18 de diciembre de 2010

Pensando en voz alta...

Normalmente no escribo en segunda persona. Me gusta mantener mis post informales y me encanta aplicar el suspenso para hacer creer a muchos que son los protagonistas de los mismos. Y sobre todo, me encanta tirar la piedra y esconder la mano (jajaja). Mentira, no me gusta acusar a nadie, la gente que me conoce, sabe para quién va dedicado cada post. Y por +ultimo, al que le calce el guante que se lo chante. Ahora, este post será diferente. Escribiré de tú a tú. Dedicado para una persona que, todavía no defino en mi vida.
Eres el primero que me pide que escriba algo. Creo que eres el único que lee todos mis post. Aunque sé que, cuando comenzaste a hacerlo, ya habían muchos que había escrito y que no te has dignado en leer. Has sido, como ya te lo he dicho, el único hombre o persona, que pudo descifrarme desde el primer momento en conocerme. Si fuera más desconfiada, fácil se me hubiera hecho pensar que me habías hecho seguir. He pensado estos días, que es raro como se dan las cosas, pero qué bueno que se dieron. Lástima que no pueda subir ese post que escribí SOLO PARA TI, me hubiera encantado (jajajaja). Pero, como ya lo dije, las cosas conmigo son relajadas, descomplicadas. Los hombres huyen al mínimo intento de presionarlos. En el momento que quieras que me apegue solo dímelo, hasta mientras, mejor de lejos, mi estimado.
He recibido algunos comentarios sobre ti. Ninguno bueno. Y si fuera una niña me alejaría. Pero me gustan los retos. Y si todo eso que me dijeron es verdad, pues bueno, ¿qué le voy a hacer? Comprobaré que eres un mal hombre y te dejaré botado, solo, triste y abandonado. Eso no me hará olvidar lo bien que la he pasado contigo. Por ahora, no puedo decir que estoy ilusionada, mucho menos enamorada. Como dijiste, estoy feliz con lo que tenemos. Y veremos después qué sale. Si no me equivoco, nos espera un buen ride. Si me equivoco, pasarás a ser una raya más al tigre. Y eso depende de ti y lo sabes.
Mi mejor amiga siempre dice, “cuentas claras amigos por siempre”, y aquí se aplica la misma teoría. Los dos sabemos qué queremos, tenemos las cosas claras, depende de nosotros conservar esto que tenemos (sea lo que sea). Y por el título de exclusividad, no hay que preocuparse, ya está en trámites, solo depende de ti que llegue a tus manos y que puedas guardarlo bajo llave. Exactamente como de mí depende que el barco se quede estacionado en un solo puerto.
Éste post no te diré que lo leas. Veremos cuánto tiempo pasa para que lo encuentres. Y si en ese momento no habré escrito más post acerca de ti. Hasta ahora, no me puedo sacar la sonrisa de la cara, cuando pienso en ti. Esperemos a ver si mañana seguirá siendo así.
No espero nada, solo dejo que las cosas sigan su ritmo natural…

viernes, 17 de diciembre de 2010

DETALLES...

“Sácala, llévala al cine. Cómprale, un ramo e’ flores. Báñate, junto con ella. Llévale, la comida a la cama…”
Recuerdo la primera vez que escuché esa canción del maestro Oscar D’León. Me gustó muchísimo, además de que me hizo llorar algunas veces. Concuerdo en que, en las relaciones, muchas veces descuidamos los detalles que alimentan el día a día. Yo, por un lado, soy extremadamente detallista. Mis detalles comprenden desde, mandar globos con helio al lugar de trabajo de mi novio/vacile/está en veremos, hasta rellenar una habitación con pétalos de rosa y velas aromáticas, o hacer salir un diminuto regalo dentro de veinte cajas, una más grande que la otra. Gracias a Dios, tengo mucha imaginación en esta materia (pueden ver mi página de detalles y recuerdos en facebook: MANUQB Productions). Bueno, obviando el spot publicitario, prosigo. Lo que decía es que. Generalmente, las mujeres somos más detallistas que los hombres. La mujer que encuentra un hombre verdaderamente detallista se ganó la lotería, porque encontrar uno, es exactamente igual que buscar una aguja en un pajar.
Recuerdo tanto una discusión que presencié en el cumpleaños de un amigo mío. Ya cuando llevas algún tiempo de relación, esos detalles se comienzan a dejar de lado. Las mujeres decían que los novios no eran ya detallistas. Y los hombres decían que ellas tenían la culpa porque no apreciaban los detalles que ellos les daban. Yo, como siempre muy directa para hablar, dije: “En este tema sí les voy a dar la razón a los hombres. Nosotras tenemos la culpa, pero no porque no nos gustan sus detalles, sino porque esperamos demasiado de ellos. Esperamos que sean como nosotras y que piensen como nosotras. Pero eso, realmente es imposible.” Si se dan cuenta, es verdad. Las mujeres esperamos de los hombres detalles que nos impresionen y sorprendan de la misma manera en que nosotras lo hacemos con ellos. Pedirle a un hombre que tenga la mentalidad de una mujer es una utopía. No solo físicamente su cerebro no tiene esa aplicación, sino que emocionalmente es demasiado trabajo para ellos planear una sorpresa del calibre en que nosotras las pensamos.
Siempre dije que, el hombre que me lleve mariachis y me cante ÉL el bolero “Si nos dejan”, con ése me quedaría toda la vida. Lastimosamente, sí hubo alguien que lo hizo, y dos veces, pero este individuo tenía falencias que no podían compensarse con mariachis. Y a lo que voy es que, muchas veces no pedimos regalos caros ni extravagantes, sino simplemente un detalle que demuestre qué sienten por nosotras. Para mí un ramo de flores con una tarjeta cursi vale más que joyas o perfumes. Y basta para darme a entender que está pensando en mí. Un mensajito en la mañana que diga algo como que me extraña, me alegraría todo el día. Inclusive hay frases que, dichas de la manera apropiada, demuestran más que detalles materiales. Frases como: “Muero por verte”, “Me encantas”, “Estoy pensando en ti”; realmente a mí me derriten. No mucha gente, aunque no lo crean, es expresiva a la hora de hablar y salen con frases muy rebuscadas que terminan casi fingidas. Este tipo de detalles denota interés en la otra persona.
Por ejemplo, cuando me gusta alguien, y la relación recién está floreciendo, tengo la costumbre de, en las mañanas enviarle un mensaje deseándole que tenga un excelente día. Eso denota que estoy pensando en él y que fue, tal vez, el primer pensamiento que tuve al levantarme. Los detalles son indicadores de afecto, aunque no quiere decir, que mientras más detalles recibas es porque te quieren más. Pero al fin y al cabo, los detalles nos ayudan a entender, que la otra persona puso de su tiempo e imaginación para que nos sintamos especiales. Ésa es la palabra mágica, los detalles nos hacen sentir ESPECIALES. Imagínense, que para tu cumpleaños, venga tu novio/esposo/vacile/está en veremos, y te regale un perfume BVLGARY (para mí son los mejores), pero el perfume no está envuelto, no tiene tarjeta, simplemente te lo da y ni siquiera se acordó de sacarle el precio. Aunque, me encantan los perfumes, no voy a negar que ese regalo me darían ganas de tirárselo por las patas. Cualquiera puede regalar un perfume. Es tan fácil como ir a las fragancias, preguntarle a la señorita que atiende qué le recomienda y comprarlo. Es lo más fácil del mundo. Muy pocas personas, en cambio, pueden hacer de regalar un perfume, un detalle inolvidable. Ejemplo: Yo tenía un novio que adoraba los perfumes Cartier. Estudiaba derecho, por lo que andaba siempre vestido formal (me derrito por un hombre que se vea bien en terno y que huela bien), entonces decidí regalarle un perfume Cartier. Para esto, ya tenía yo comprada una pluma de oro Cartier también. Hice grabar la pluma con su nombre, no me pregunten cómo, pero hice grabar la tapa del perfume también con nuestros nombres. Pedí ayuda a su mamá, quien me prestó las llaves de su casa (BTW a mí las suegras me adoran). Cuando él llegó a su casa, de la U, se encontró con una caja gigante adornada, llena de serpentinas y globos pequeños. Y adentro, sólo una nota que decía: Lo mejor ya está por llegar. Cuando entró a su cuarto me encontró a mí, con la habitación repleta de globos con helio, un banner gigante pegado en la pared, hecho por mí, que decía FELIZ ANIVERSARIO, y otra caja grande, donde dentro, habían dos cajas más con la pluma y el perfume. Y, obviamente, la tarjeta con las miles y miles de palabras describiendo cuan feliz era con él, hecha por mi también. Eso fue cuando cumplimos seis meses, imagínense todo lo que recibió en Navidad.
Esto es poco comparado con algunas que he hecho. He regalado de todo, pero han sido regalos pensados especialmente para cada persona. Una vez, para un cumpleaños de mi papá, convoqué a una banda para cantarle una canción y proyectarle un video. Me encanta hacer éste tipo de cosas, porque realmente muestran, cuánto te importa alguien. Un detalle no sólo demuestra cariño, sino que expresa sentimientos que, tal vez no puedes demostrar de otra forma. Un detalle bien planeado, por más pequeño que sea, te hace sentir que, la otra persona se esforzó realmente para que te agrade. No es lo mismo que gastar un dineral en algo que sabes que de ley le va a gustar a la otra persona. En eso no hay chiste. Cualquiera lo hace. No cualquiera te sorprende con algo que realmente recordarás toda tu vida. Creo, que de todos los regalos que he recibido, solo uno sigue en mi memoria, quisiera tenerlo todavía. Y fue un chancho redondo y gigante, que usábamos para jugar en el colegio. Un chancho tan tierno y tan rechoncho, que me hizo olvidar que odio que me regalen peluches. Era un asiento, afelpado inflable, pero era un chancho. Me encantó. Todavía tengo la felpa guardada, pero el asiento inflable, como era de esperarse, se dañó.
Hay regalos y hay detalles. Nunca subestimen el poder de un buen detalle, realmente sentido y hecho con esfuerzo…

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Lola Soledad...


Normalmente mi selección musical depende mucho de mi estado de ánimo o de, si hay algún evento cerca a la fecha en la que me encuentro. Hace algunos meses bajé la discografía completa de Alejandro Sanz, para su concierto aquí en Guayaquil. Toda la vida he amado las canciones de Ale Sanz y ahora por fin vendría a Guayaquil (siempre viene a UIO). Y entre las canciones del nuevo disco encontré una que realmente, en ese momento, no me llamó mucho la atención. Ayer iba caminando con los audífonos puestos, luego del trabajo, y la volví a escuchar. En ese momento fui un mar de lágrimas. Cada parte de esta canción me pegó como una puñalada maldita. Cada palabra, cada verso. Si no lloré ahí mismo fue porque estaba en la calle y a tanta bipolaridad no llego. La canción se llama Lola Soledad.

“Tuvo mil historias y olvidó olvidarles. Malgastó caricias en los despertares…” Pienso, con cada verso, en todo lo que he vivido. Tengo 24 años y he sufrido más que un mártir. Veo para atrás y no puedo dejar de arrepentirme de tantas cosas que he hecho. Y de lo que más me arrepiento es de que las hice, siempre pensando en que las otras personas tenían el mismo corazón que yo. A pesar de todo, en mi naturaleza nunca ha existido malicia. Y nunca dudé en la naturaleza bondadosa de las personas. Las cosas que me pasaron, fueron por nadie más que por mí y mi idea de que siempre se puede ser feliz. Creía que los sueños todos se podían cumplir, siempre y cuando trabajaras duro por conseguirlos. Y más que nada, creía que, en algún lado existía ese hombre, que sería mi amor verdadero. Ese famoso príncipe azul.
He tenido tantos novios y hasta ahora ninguno me ha sabido satisfacer, en ninguno de los aspectos de mi vida. Hasta he llegado a acoplarme a ellos para ver si así llegaba a ser feliz. He perdido completamente mi identidad con el tiempo a ver si así era más agradable para ellos. Y no he conseguido nada más que seguir siendo miserable. Con el paso del tiempo no puedo dejar de lamentar todo lo que me desgasté con personas que no sirvieron para nada. No sólo físicamente, sino mental y emocionalmente también. Cada detalle, cada beso, cada suspiro, cada pensamiento dedicado a uno de ellos fue un desgaste completamente inútil, sin ningún resultado. Se han llevado de mí lo mejor, pero no han entregado ni la mitad de lo que yo he dado.

Y lo peor de todo es que toda esta situación, llega a los ojos de la gente malintencionada y piensan que soy una loca. No soy una loca. No es que me encanta la verga y por eso he tenido muchos novios, como dicen algunos. No saben el verdadero trasfondo en esta historia, no tienen idea de lo que pasa por mi cabeza. No saben la decepción y la tristeza profunda que hay en mi interior cuando descubro que, no todo el mundo busca lo mismo que yo. Y eso es amor. Nada más que eso. De manera extraña busco la aprobación y el amor de mi padre. Por haber vivido siempre con un hombre que no demostraba su afecto, el único amor de mi vida, lo único que busco es el cariño que no recibí de él. Busco un hombre que me ayude a crecer, que me cuide y que me apapache. Que me aprecie con mis valores, mis defectos y mis virtudes. Mis risas, mis llantos, mis detalles, mis depresiones, mis impulsos y mis momentos de euforia. Sé que está mal y que es un problema realmente, pero ése es el origen de todos mis problemas amorosos y de relaciones.

“Lola se ha sentido sola entre un millón. Y murmura una canción…” He tratado de terminar mi soledad en relaciones vacías. Llenar el vacío con entes sin valores reales. Simplemente para sentirme acompañada. Para olvidar mi amargura. Y hubo veces que, aún estando con alguien, me sentí sola. Los recuerdos de todas éstas relaciones me duelen más que nada de lo malo que he hecho. Porque me entregué realmente, pensando en un futuro y no solo en un momento de placer. Siempre he buscado una relación que no me haga buscar más. Tal vez, mi problema siempre fue que traté de conseguirla haciendo todo lo que la otra persona quería, para agradarle, en vez de ser fiel a mis principios y poner en alto mi valor como mujer. Si leyera lo que escribía cuando estaba en el colegio, me extrañaría muchísimo, al ver que hoy soy una persona completamente diferente. Desconfiada, sarcástica y hasta cínica. Y, aunque me duele ser así, es mi única forma de protegerme.

Odio recordar todo lo que me ha pasado. Si contara cómo sucedió todo la opinión de muchos sería: “eso te pasa por boba”. Y de hecho, es así. Porque, en la burbuja dónde fui criada, no existía la maldad, y pensé que aplicaba también al resto del mundo. No me arrepiento de todo, porque de todas maneras, siempre ha habido una lección que aprender. Todo me sirvió para ser lo que soy ahora. Aunque sé que todavía me falta bastante para poder volver a entregarme por completo, lo que cuenta es que tengo la intensión de encontrar, un día, ese alguien que me complemente realmente. Ese día me sentiré identificada con el final de la canción también. Esperaré con ansias a que ese día llegue. Sé que no soy muy modesta a veces, tampoco me gusta jactarme de mis virtudes, pero sé que la persona que esté conmigo tendrá un regalo muy grande. Porque, enamorada, soy la mujer más entregada que existe.

Muchos me dicen que debería conformarme con el amor de mis hijos. Pero ahora, pienso que ellos algún día se irán y volveré a quedarme sola. Mis hijos me alegran más que nada en este mundo, pero soy un ser humano y necesito que me quieran de una manera en que mis hijos no pueden. Necesito que me cuiden y se preocupen por mi, de la misma manera en que yo me preocupopor mis hijos. Y llegará un momento en que necesite, más que un compañero, un amigo, que comparta conmigo tantas cosas buenas que tiene la vida. Sé que soy jóven aún, pero el tiempo pasa y seguiré estando sola. En todo caso esperaré al que me cante: “Lola, Tú ya no estás sola, aquí estoy yo. Hazme un sitio en tu canción. Deja tu tristeza y vámonos, juntos los dos. Tengo un lugar mejor. Que nadie te castigue en un rincón, las tragedias deja que se vayan. Vales más. Ya no serás, Lola soledad…”

martes, 14 de diciembre de 2010

Goodbye my lover, Goodbye my friend…

En todos estos años, siempre he tenido un gran amigo, que me acompañó en los momentos más difíciles. Fue mi calmante, mi compañía y mi anestesia. Aún con sus efectos secundarios, me sirvió de gran ayuda en los momentos más oscuros. Me cortó el llanto, me quitó el hambre,  me calmó la ansiedad. Tal vez algunos encuentren este post algo loco. Loquísimo diría yo. Porque confieso que ese amigo, es algo que me hace mucho daño y al mismo tiempo es respuesta a los problemas más grandes de mi vida. Aunque no lo crean, estoy hablando del tabaco.
Empecé a fumar a los 17 años cuando estaba en la universidad. Es casi normal, ver a un estudiante de leyes fumando. Y, como era de esperarse, aprendí tan rápido, que se hizo natural. Mi papá también fumó por muchos años, cuando yo era pequeña. Así que era de esperarse que alguno de sus dos hijos, también lo hicieran. Fumé sola en mi casa, a escondidas durante mis últimos años en el colegio. Fumé, escondida también, dentro del colegio. El cigarrillo me curó siempre la ansiedad de estar sola. En los mejores recuerdos de mi vida, me ha acompañado un tabaco. Dejé de fumar, obviamente cuando estuve embarazada de mis dos hijos. Y en ese momento, en que pude hacerlo nuevamente, fue que el tabaco se volvió vital en mi rutina.
El cigarrillo se transformó en la reafirmación de que no estaba embarazada. No tenía que pensar en un cuerpo que crecía dentro de mí. Puede parecer egoísta, pero mis dos embarazos fueron muy traumáticos. Y el hecho de poder fumar, me recordaba que no estaba en cinta. Tal vez no se entienda mi punto. En resumen, poder fumar me recordaba que estaba “fuera de peligro”.
Y ahora, luego de cinco años de compañía innegable, he decidido dejarlo atrás. Será, tal vez, lo más difícil, que me haya tocado hacer en mi vida. Pero me he estrellado contra la realidad y es hora de decirle adiós a mi compañero de aventuras y desventuras. Esperemos que logre mi cometido y pueda alejarme completamente de ésta “mala compañía”. De ahora en adelante, lloraré, reiré, sin mi tabaco. Puede que muchos no entiendan el por qué de esta entrada y es porque no saben lo difícil que es dejar de fumar. Y es difícil entender la angustia que siento en este momento. De aquí en adelante no estará mi compañero de horas y horas de espera. No estará mi pana de chupas. Se irá mi recompensa después del sexo. Mi digestivo luego de comer. Mi sociedad, mi cómplice, mi amor prohibido. El cigarrillo ha sido, a través de los años, mi único placer culposo.
Adiós mi amigo fiel, mi compañía, mi delirio y, lo que pudo haber sido mi propia condena… Se te extrañará…
Goodbye my lover, goodbye my friend. You have been the one, you have been the one for me…

El Palo Perfecto

Hoy no escribiré de amor, ni relaciones. Me limitaré a escribir de sexo. Así que esos lectores más sensibles, les recomiendo que cierren sus ojos y den media vuelta. Esto no es para ustedes. Comenzaré especificando que éste post no está dedicado a nadie. Ni tiene nada que ver el momento en que lo escribo con ningún suceso en las últimas semanas. Simplemente he estado con esta idea hace algunos días y no había tenido tiempo de sentarme a escribir.
Dicen, que un caballero no tiene memoria. Realmente hay gente que se toma eso literalmente y es lo mejor que pueden hacer. Pero tal vez, es por eso que, los hombres que son malos en la cama, puede que nunca mejoren. Ahora, las mujeres somos un poco diferentes en ese aspecto. No es que hablamos de un palo pero, si hay cosas que compartimos entre nosotras. Nunca hablaremos de nuestra vida sexual con nuestro novio, mas nombraremos en algún momento a ese hombre con el que tuvimos el palo perfecto. Esa vez que vimos estrellas. Y compartimos secretos, tips, consejos, etc. Y así nos volvemos mejores. Así vamos aprendiendo esos truquitos que, los hombres nunca saben de dónde salieron, pero que avivan el fuego entre la pareja.
No sé si hablo por todas las mujeres. Algunas se sienten identificadas conmigo y me alegra. Pero yo escribo solo lo que yo sé. Lo que he escuchado por ahí. Lo que, sale a relucir en noches de copas entre amigas. Y trato de contestar las preguntas que se hacen los hombres acerca de nosotras. Yo sé que para muchos la mente femenina es un signo de interrogación gigante. Eso no es noticia. No se preocupen, como ustedes hay muchas mujeres que no entienden ni un culo de la mente masculina. La diferencia es que nosotras nos echamos a llorar y ahí nos desahogamos. Los hombres en cambio se comen la camisa y se destruyen la materia gris tratando de descubrir que hay dentro de nuestra psiquis. Preguntan, en el segundo en que han terminado de "hacer el amor": ¿Qué tal te pareció?. Cómo odio esa pregunta por Dios. No hay nada más sexy que un hombre seguro de sí mismo, y esa pregunta denota inseguridad a chorros. Otra cosa sería que dijeran, "espero que te haya gustado", obviamente después de vernos casi que con la lengua afuera. Si, después del sexo, una mujer no dice nada es porque no fue lo que ella esperaba. Creanme que cuando nos gusta lo que nos hacen, es más que seguro, que haya un comentario al final.
¿Qué es un palo perfecto? Si no saben a qué me refiero con esta terminología un poco rudimentaria, hablo de la relación sexual perfecta; de esa sesión de ejercicio que te deja sin poder moverte bien y te hace trabajar hasta los músculos de las orejas; ese encuentro y esa persona que siempre recordarás en momentos cuando se necesita “ayuda”. Escuché hace poco, de un amigo, algo que me llamó la atención: “Las mujeres generalmente se acuerdan de “el mejor” de sus novios, si no tiene alguien que considere el mejor no hay mucho problema, pero si lo tiene es difícil porque hay que tratar de estar a la altura…” Personalmente, creo que se llenan la cabeza con temores idiotas e inseguridades. Yo puedo decir quién y cuándo fue mi mejor palo, eso no quiere decir que los otros no hayan sido buenos. He tenido encuentros espectaculares como para hacer una película, pero no se ameritan el título de perfecto. Hay cosas que los hombres hacen que creen que nos gustarán, pero los hace parecer que no tienen idea de lo que están haciendo. En todo caso lo que se premia es el esfuerzo. Y, como en casi todo, lo simple y conciso, hace casi siempre el milagro. No se metan a hacer cosas que no están seguros de que nos gustarán, porque eso sí es una sentencia de muerte (por lo menos si son las primeras veces con alguien).
Tengo la mala costumbre de, mientras estoy en ESE momento, pensar en “esa persona” y en el que fue mi palo perfecto. Lo hago casi siempre porque, como ya dije, a veces hay gente que se esfuerza demasiado en “complacer” y no se da cuenta que lo que tiene que hacer es dejarse llevar. Y normalmente esos experimentos de posiciones rebuscadas y vergas y media, me aburren. Y OJO, estoy hablando de esas primeras veces en que lo haces con alguien, porque cuando estás en una relación, ya entran en juego otros elementos. Obviamente, hay casos y casos, pero en sí, la mecánica es la misma. En el momento en el que no pienso en mi palo perfecto, mientras lo estoy haciendo con otra persona, considero que esa nueva experiencia podría convertirse en ese nuevo palo perfecto. Ese que hace que se me olvide ese palo perfecto, merece premio por mérito. Para mí hay muchos factores que hacen un encuentro sexual favorable. Y en esto sí soy muy clara. Puede ser que muchas mujeres coincidan conmigo, pero yo solo hablo por mí, y en este momento escribo de lo que a mí me gusta. En ese momento se juegan los ritmos, la espontaneidad y la seguridad, por encima de que se sepan bien la lección. En teoría pueden saber mucho, lo realmente importante es cómo lo apliquen a la hora de la hora.
Prosigo. Hay elementos que sobresalen en el sexo. Para muchos un buen palo es pegarte una maratónica de tres horas sin terminar. Para otros son diez minutos bien trabajados. De hecho, hay estudios que indican que tiempo óptimo para disfrutar realmente el sexo, desde el momento de la penetración (no con calentamiento previo), es de 12 minutos. En ciertas ocasiones estoy de acuerdo con esa teoría. Creo que todo depende del momento y de la situación. Hay “rapiditos” que se te hacen más emocionantes y más memorables que una maratónica de tres horas. La clave, pienso yo, está en la química que haya entre las dos personas. Que los dos estén completamente “sincronizados” y haciendo lo posible por que el otro termine. Si cada uno está tratando de terminar todo se convierte en un desastre. De ahí nace mi teoría de los ritmos. El sexo es como saber bailar, no importa si los dos bailan bien, sino que uno sepa guiar y el otro sepa seguir, y viceversa (porque no todo debe recaer siempre en el hombre). Luego viene la espontaneidad, no sólo al hacer las cosas, sino al decirlas. La pareja que mientras tira, no habla, no va a llegar a ningún lado. O por último, hay otras maneras de comunicarse. Yo, por ejemplo, las primeras veces soy un poco tímida para decir las cosas. Pero lo que hago es que cojo sus manos y las pongo donde quiero que esten. Empujo sus brazos, desde el codo para resbalarlos hasta donde quiero que lleguen. Lo agarro del cuello y lo acerco hacia mi. Guío la situación para no tener que hablar. BTW, una cosa es hablar y otra muy diferente es estar callada. Nunca estoy callada.
Hay elementos también que nos distraen de la meta. La forma de tocar, de besar, es primordial a la hora del sexo. Una cosa es que te excité un poco de salvajismo, un jalón de pelo, una nalgada, etc. Pero hay personas que lo toman muy literal. Un jalón de cabello es riquísimo si sabes cómo hacerlo. Lo mismo una nalgada o una mordida. Pero, en el momento en que, al día siguiente, me levanto con mordidas en todos lados, o como que si me hubieran dado una paliza, pienso que ese encuentro no valió la pena. Las exageraciones nunca son buenas. Un buen sexo debe ser natural, no fingido. Una porno es una porno, nunca esperen que las cosas en la vida real se vean, se escuchen o sean tan fáciles, como en las películas. Y así con muchas cosas. Los hombres son muy gráficos, y generalmente van a lo que les gusta. Nalga y senos son en lo que se enfocan siempre. Y lo peor es que no saben cómo maniobrar con estas partes del cuerpo femenino. Te comienzan a tocar y parece como que si estuvieran exprimiendo una naranja.

Esas cosas distraen. Por lo menos a mí, desconcentra que, mientras estoy en todo “el relajo” me comiencen a sintonizar la radio en el pecho. IMPORTANTÍSIMO, una cosa es morder otra muy diferente es ser masticada como vaca comiendo hierba; una cosa es que te apreten y otra muy diferente es que te expriman; una cosa es que te besen con lengua y otra muy diferente es que la lengua de la otra persona quiera conocer a qué sabe tu garganta. Nuevamente, la exageración es un TURN OFF instanténeo. Y así es con todo, una caricia suave, es mucho más excitante que te manden la mano directamente AHÍ, siempre y cuando sepas las partes sensible de una mujer. Lo mismo con el pecho. Es como una camino que debes seguir para encontrar un tesoro. Camino que va desde las orejas, baja lentamente por el cuello, los hombros, la clavícula y baja hasta el pecho. PACIENCIA. Si un hombre aprende a besar bien todas estas partes, creanme que esa mujer va a estar encima suyo en un segundo. Hay algunas partes del cuerpo femenino que dan llaves para varias cosas que quieren que nosotras hagamos, pero no las revelaré todas, después yo terminaré hundiéndome sola (jajajaja).
Un buen palo es una combinación equilibrada de todos elementos que he nombrado. Un poco de delicadeza, un poco de aberración, un poco de salvajismo, pero más que nada espontaneidad y seguridad. Pero al final, el resultado es lo que importa. Como ya lo dije, hay veces que puedes matarte tres horas y lo único que conseguirás es estar exhausto al final, sin poder moverte y sin haber conseguido nada bueno. En conclusión lo que hace el palo perfecto es la afinidad que hay entre las dos personas. Que se sientan cómodas para hacer y dejarse hacer todo lo posible para alcanzar un orgasmo. Y creo, que el mayor placer, es terminar juntos. Si se conocen bien, los dos hacen lo necesario para llegar al orgasmo, lo hacen en el momento perfecto y conocen el ritmo del otro, complementándose. De ahí, si duras una hora o diez minutos, no importa. La conexión emocional que se crea entre las dos personas es primordial. Sentir que, en ese momento no hay nada más. Y los dos son importantes para el otro. Lo que importa es que, al final, los dos se sientan satisfechos y con ganas de repetir. El resto se va perfeccionando con la práctica.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Crecer, no es lo mismo que MADURAR…

Normalmente vamos por la vida pensando que todo está bien. No nos preocupamos por problemas que no asoman a menos que sea ya muy tarde. En los últimos meses he sentido algunas molestias que, pensé, eran corrientes. Ya estoy entrando a una edad madura y simplemente imaginé que mi cuerpo estaba cambiando. Estas molestias se volvieron más agudas, por lo que me vi en la necesidad de ir al médico. Y pasó exactamente lo que me temía. Esas molestias que había sentido no eran normales.
Ya con la necesidad de una cirugía uno comienza a preguntarse muchas cosas, y a desear haber hecho todo de manera diferente. Cuando me casé dejé de estar asegurada, lo que significa que ahora el dinero de la cirugía saldrá de mi bolsillo. Qué ganas de volver a ese momento de mi vida cuando mis padres se preocupaban por todo y yo no tenía que pensar en nada malo. Pero ya ha pasado ese momento y soy yo la responsable de mi salud. Por suerte, tengo de dónde sacar ese dinero pero, será del presupuesto que ya tenía destinado para comprarme un carro. La verdad quiero llorar, quiero no tener que preocuparme por eso. Pero así es la vida, uno crece y tiene que madurar.
Ya me había demorado el “golpe” ése, que te hace reevaluar tu vida y la manera en que la vives. Comencé a pensar en todo. Los cigarrillos, a parte de que me hacen daño, me consumen la mayor parte del sueldo. Gasto plata en taxi como idiota. Como comida chatarra cada vez que puedo. Y ahora, el plan de comprarme un carro se ve más lejano aún. Tengo que comenzar a organizarme si quiero completar todos los sueños que he planteado conseguir. En un momento todo se te puede venir abajo.
Lo más alarmante es el hecho de saber que todo pudo haber sido diferente. Si hubiera ido al médico antes, hubiera podido deshacerme de mi problema solo con tratamiento. Y ahora necesito una cirugía. No tomamos en cuenta verdaderamente nuestra salud, sino hasta que nos duele algo. Parte importante de madurar, es cuidarnos de manera íntegra. Cuidar nuestro cuerpo como un templo al que no debería entrar nada que lo dañe. Aunque mi problema se da por una enfermedad genética que no se puede evitar, hubiera sido más fácil tratarlo, si es que hubiera puesto asunto, desde el principio a las molestias que estaba teniendo.
Todos crecemos. Un día nos vemos más altos, diferentes. Pero pocos entienden lo que es madurar. Tomar consciencia real de que somos responsables de nosotros mismos. De ahora en adelante nosotros somos dueños de nuestro futuro, de nuestra salud y nuestro cuerpo; de nuestra vida en general. En 24 años de mi vida no había tenido que preocuparme de nada y ahora entiendo que, mis padres ya no tienen por qué cargar con mis problemas. Si lo hacen es porque son buenos, mas no porque tengan que hacerlo. Gracias a Dios me apoyan en lo que más pueden, pero es hora de hacerme cargo de mi vida.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Pueblo chico, infierno grande...

Con 24 años de vivir en guayaquil, he podido confirmar, cada vez más, que todos estamos relacionados de alguna manera. “El pelado de la mejor amiga de mi hermano, estaba en la fiesta con el primo de la amiga de mi mamá”. Siempre hay alguien que nos conoce o a algún amigo nuestro, y nos ha visto alguna vez. Lo que se me hace todavía incomprensible es cómo muchos creen que nadie se enterará de las barrabasadas que hacen o escriben. Puede ser que el mundo 2.0 se rige por otras reglas. No puedo negar que varias veces he hecho uso de los DMs para hacer, bueno decir, cosas “sucias”, o para provocar a alguien. Pero normalmente se queda ahí, en mi bandeja de entrada y salida de mensajes directos. Si de verdad quiero hacer algo, no dudo en contactar a esa persona por otro medio. Así comienza la aventura en el mundo real.
Así como yo, muchos se valen del twitter o facebook, para conocer a más personas. Pero, como ya dije, esta ciudad es un pañuelo, y, a menos que planees esconderte bajo una piedra el resto de tu miserable humanidad (en el caso de que te cojan en roja), nadie está verdaderamente a salvo de sapos y chismes. Gracias, no sé si a mi buen aspecto físico o mi facilidad para relacionarme en el medio, es que, por lo menos para mí, es bien difícil que me oculten algo, porque tengo bastantes sapos de “ojo seco”. Tarde o temprano terminaré sabiendo si se me ha dicho alguna mentira.
En mí, aunque no sé si es una virtud o un defecto, no funciona mentir. Creo que es porque soy muy nerviosa o por el hecho de que soy consciente de que siempre habrá un sapo que te “haga la cagada”. Odio mentir. Trato de hacerlo lo menos posibe, no solo porque no puedo físicamente, sino porque sé que siempre termino confesando. Las pocas veces que miento, lo hago por pánico; el miedo es un defecto adherido a mí desde que soy pequeña. Las veces que me ha tocado mentir, ha sido más por el miedo a la reacción de la otra persona, más que por la real gravedad de mis acciones.
Pero así como hay gente como yo, que odia mentir, también están los que te mienten a la cara, mirándote a los ojos y jurando por lo más sagrado que poseen. Hay una gran gran diferencia entre ser cojuda/o y hacerte la cojuda/o, y yo he hecho el masterado en la segunda carrera. Cuando descubro que alguien me miente, continúo con mi trato normal pero sé que a esa persona no le brindaré mi completa confianza en un futuro. Puede ser que se reinvindique, como puede ser que no. Si no lo hace, pasa´ra, inevitablemente, a formar parte de mi lista negra. Ese lugarcito reservado para toda esa gentita que no es mi preferida, por varias razones obvias. No se ganan mi odio, simplemente no deberían esperar tarjetas de navidad.
Pero bueno, prosigo. Como dije, es bien difícil ocultar una mentira. Por eso, algún sabio habría dicho una vez: “Más rápido cae un mentiroso, que un ladrón”. Y por suerte mis relaciones interpersonales me ayudan a desenmascarar buitres. Cuando me entero de algo medio sospechoso, voy a la fuente; doy chance a que me digan la verdad. Si no tengo “derechos” para reclamar, pregunto y si me mienten, esa persona queda a prueba. Si dice la verdad obviamente hay recompensa. Soy muy generosa con las personas en quienes confío y no me refiero a lo material. Si tengo “derecho” para reclamar, busco pruebas físicas. Yo no me llevo por chismes, aunque dicen por ahí “cuando el río suena piedras trae”. En el momento en que pregunto o reclamo, es porque ya tengo pruebas de la canallada. Casi siempre tengo pruebas físicas. Una relación que empieza con mentiras va por el mal camino. Yo trato de reinvindicarme cuando confieso, porque es peor que comprueben tu mentira en otro lado.
Gracias a Dios, tengo buenos amigos y me rodea gente buena, que me quiere bien y me dicen las cosas como son, aunque me duelan. Son pocos los que gozan de mi completa confianza y ese cçírculo cerrado de personas, son los que me han salvado algunas veces de entregarme a personas que no lo merecen. Y con esto me refiero a la confianza, porque el resto me vale verga (jajajajaja).
Ahora. El internet, y el twitter en especial, es la forma más estúpida de cometer una canallada y mentir sobre ella. Ahí hay gente que, falsamente, consideramos amigos pero, que te venden en la primera oportunidad que tienen. Me parece idiota que creas en exclusividad o en confidencialidad dentro de él. Y como siempre hay un sapo o un envidioso, habrá forma de que, esos DMs que te interesan, lleguen a tí. Confieso que nunca borro mis DMs, aún por más comprometedores que sean, porque realmente yo no tengo “rabo de paja”. Odio las veces que me ha tocado borrar tweets en mi TL porque me lo piden. Si no quieren que los caguen, simplemente no hagan huevadas.
Así de simple es este asunto. Si no haces nada malo, no tienes por qué mentir. Guayaquil es tan pequeño, que siempre hay alguien observando, aunque no te des cuenta. Aquí la gente vive del chisme y nunca faltará el que te venda por ganar puntos.
Cuida tu rabo de paja, que todo se sabe en esta vida...

Buseteando…

Yo, realmente, no sé qué cara pondré cuando voy en la buseta, porque nadie osa sentarse a mi lado, a menos que esté completamente lleno. Me encanta, aunque nadie lo crea, viajar en transporte público. Un refrescante escape de la rutina pelucona de la vía a zamborondón. Nuestra ciudad es tan rica en personajes que, tal vez, sea imposible enumerarlos todos. Cada vez me sorprendo más. Confieso que muchas veces ando con la boca abierta viendo las personas que se suben al bus. No sé cómo así todavía no me han robado.
Es chistoso ver las diferentes clases de personas. Personajes creados en fusiones de culturas diversas. El caramelero que anda con ropa hip-hopera, gorra rapera y habla sabroso: “Habla peladosh lleva tu caumal” Todavía no sé el verdadero nombre de esos caramelos de menta. El evangélico/a que se sube a compartir el evangelio y que trata de convertir a todo el mundo para que donen unas moneditas a su iglesia. Comparte sus experiencias, algún versículo bíblico y la historia de cómo fue su iluminación: “yo vivía preso de las drogas hasta que me iluminó nuestro Señor Jesús Cristo Redentor. ¡ARREPIÉNTETE!”. El que hace chistes, pero no es payaso. Gracias a Dios, nunca, mientras yo he andado en bus, se ha subido un payaso, porque ahí sí caeré desmayada. Muero de miedo con los payasos. Bueno este personaje que se le carga a todo el mundo. Una vez recuerdo que me dijeron que me parecía a Paloma Fiuzza (¬¬). Pero luego de todo el discurso uno termina riendo, lo que hace que la buena fe de algunos, terminen desembolsando una que otra moneda.
Y así muchas otras personas suben y bajan del bus en el recorrido que yo hago. Los trabajadores de las ciudadelas; la madre que lleva a sus hijos a la escuela y se  los trepa encima a todos para que le cobren un solo pasaje; los que todos pensamos, son fichitas, que al fin y al cabo sólo son trabajadores honestos mal influenciados por la moda norteamericana; los estudiantes de colegio que van jodiendo entre ellos, ya los demás; el papá celoso, que lleva a la nena, ya de 25 años, al trabajo; el mojino con el raspahielos o el 1100 que grita al contestar el teléfono. Muchos. Como ya dije no podría describir a todos; la señorita que se va maquillando con los saltos de los baches y no se mancha. Eso es ser experta maquilladora en buseta. He visto algunas que llevan la cuchara en la cartera para rizarse las pestañas.
Pero el que se lleva el premio al mejor personaje, siempre es el chofer. El señor profesional del volante. Con sus calcomanías pegadas adornando toda su buseta. “Yordi Alexander” encima del tablero, los perritos que mueven la cabeza y la típica figura noventera de No Fear. Tanto recuerdo a un chofer específico. Cuando era pequeña iba todos los días al conservatorio en buseta. Y había un chofer que me tocaba recurrentemente. Como siempre he sido miedosa, me sentaba en la primera banquita del bus, detrás del chofer. Y este hombre, en su inmensidad de cuerpo, usaba unos pantalones a la cadera. Comprenderán que mi vista desde el primer asiento no era tan placentera que digamos. Pero siempre me acuerdo de él. Me hacía reír mucho con su bachata y una radio que escuchaba donde decían chistes patanes. Volviendo a los choferes en general, siempre que me subo a una buseta, escucho casi las mismas emisoras. Muero de risa pensando cómo tienen la habilidad de tomar canciones buenísimas y convertirlas en tecnocumbias y tecno paseíto.
Todo esto adorna la experiencia de viajar en transporte público en nuestro país. No sé cómo será en la sierra, pero me imagino que allá primarán los elementos autóctonos de esos lugares. Muero de risa recordando todo. Y en la metrovía ni se diga. Ahí hay otro tipo de personas. Los que no tienen nada que hacer y salen a pasear con su ipod en el bolsillo. Los cómodos que, ni así vean a una mujer embarazada, ceden el puesto. Los que salen con la novia al parque. Etc.
Muchos dirán que estoy loca pero, no cambio por nada la experiencia de viajar en transporte público. Me encanta aprender de las muchas subculturas que existen en nuestro país. Y si creen que soy chola porque me gusta, pues bueno, SÍ, soy chola, ¿Y?

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sombras, recuerdos de llanto...

***Escribí esta pequeña historia para participar en un concurso en una página web. Espero que les guste... El tema del concurso era... Si yo te pedí que te fueras, por qué me dueles tanto?


Cuando me casé todo el mundo tenía la ilusión de que llevaría una vida maravillosa, la vida que siempre merecí.  Fui criada con valores bien arraigados, primando siempre el trabajo y la superación personal como fuente de alegría vital. Aprendí siempre a valerme por mí misa, y juré nunca ser víctima de ningún tipo de abuso. Nunca pude comprender cómo había mujeres que dejaban a sus maridos hacer de ellas lo que les diera la gana. En mi mente no hubo nunca un deseo real de formar una familia y tener hijos. Siempre pensé en viajar, hacer una carrera y ser una mujer fuerte e independiente. No necesitaría a un hombre para ser feliz. Si en algún momento quería tener hijos, sería cuando haya completado todas mis metas y sueños. Y para eso tampoco necesitaría a un hombre. Por lo menos eso pensaba.
Mientras fui creciendo, creció también una necesidad infinita de afecto. No sé a qué se debe exactamente, pero sospecho que tuvo algo que ver la relación que llevaba con mi padre. Tuve novios a montón pero, nunca abandoné mi teoría de no querer casarme. Aparentemente la vida no quería ese destino para mí, o tal vez, yo desobedecí el orden natural de la misma. Para hacer la historia corta, sí tuve dos hijos, y sí, me casé. Casada con bombos y platillos, con fiesta y ceremonia comenzaba a vivir la vida, supuestamente independiente, que había soñado. Mis planes de viajar habían quedado a un lado pero, ahora podría hacer lo que yo quisiera, habiendo abandonado el yugo de mis padres.  ¡Qué equivocada estaba! Pocas fueron las veces en que hice mi voluntad en mi casa y siempre eso fue motivo de peleas interminables. Había pasado de una prisión a otra.
Cuando por fin pude liberarme de este encierro, existencial y físico, comenzó en mí una nueva mezcla de emociones. Ese hombre, que me había robado mi vida, de cierta forma, había dañado en mí varias cualidades que antes, poseía en proporciones monumentales. La habilidad de creer, de confiar y de amar, se me habían arrebatado. A mí me parecía un robo a mano armada. Haciendo un esfuerzo por recopilar los momentos buenos que hubo, cada recuerdo se ve empañado por una mala acción de su parte.
El día que nos casamos. El día que toda niña sueña con vestir de blanco y llevar mil flores en el cabello. Con un velo blanco me acercaba al altar pensando, que ese hombre haría de mí la mujer más feliz del mundo. Dejaba atrás todos mis sueños para darme por completo a esta persona. Ese día empañado por el recuerdo de una pelea entre borrachos, gritos, insultos. Sin respetar el hecho de que yo, llevaba en el vientre al fruto de nuestro amor y entrega. Así recibí un grito, no disimulado, entre una multitud de meseros y miembros del staff de servicio de la boda; gracias a no poder moverme lo suficientemente rápido y llevarle su comida a mi flamante querido esposo. Luego, la noche de bodas. Una habitación perfectamente arreglada y perfumada. El recuerdo de las sábanas de seda, la bañera con burbujas y sales de baño; pasó a segundo lugar por la imagen de un hombre completamente borracho, vomitado, sucio, queriendo ensuciar el lecho matrimonial teniendo sexo salvajemente abusivo con una mujer exhausta de atender invitados y de cargar un bebé dentro.
El nacimiento de nuestro primer hijo. La experiencia más hermosa y esperada por cualquier pareja de recién casados. Ver a mi bebé por primera vez fue el momento más conmovedor de mi vida. Ver su cara y ojos cerrados, cuando todavía estaba en la mesa de operaciones, hizo un calor indescriptible, correr por mi pecho y llegar hasta mis ojos, dejando soltar algunas lágrimas de alegría. Haber aguantado tanto para poder verlo por fin, había valido la pena. Y el cansancio y esfuerzo del embarazo, todas las ilusiones, se habían vuelto a desplazar por un acto de irresponsabilidad. Adolorida como estaba, tuve que pasar el segundo día en la clínica, prácticamente sola. Sin ayuda, sin poder cargar a mi bebé fácilmente. Mi mamá se había quedado la noche anterior conmigo y el que debía tomar la posta era mi queridísimo esposo. Llegó pasado el medio día con el tufo a alcohol más impregnado que nunca. Lo recuerdo tanto, ese olor a cenicero, whiskey y perfume para tratar de disimular. Y como si no hubiera pasado nada, aparece en la habitación, cual gran señor a comerse mi almuerzo.
El comienzo de nuestra vida como una familia. La prueba de fuego. Solo tengo flashes de momentos que, preferiría no revivirlos en mi mente nunca más. Un golpe en el estómago, cual peleando con un hombre igual a él. Mi mamá tratando de quitarle a mi bebé para que me deje ir. Mi suegra, con su gran humanidad, abalanzándose sobre él para que deje de golpearme. Ventanas, platos, vasos, rotos. Llantos en silencio antes de dormir. Mi nombre pisoteado por él una y mil veces, y en frente de quién estuviera presente. Desesperación, soberbia, orgullo, rabia, impotencia, pero nunca miedo. Si al final algo pasaba conmigo sería un alivio para mí. Pero por mi hijo no podía dejar que me pase nada. La fuerza se posaba en mí cada vez que él trataba de golpearme. Me defendía de la manera que pudiera. Y muchas veces cubría con mi cuerpo a mi hijo para que no reciba también algún vestigio inesperado de su furia.
Y así fui volviéndome más fuerte. Hasta que un día no fui más la víctima. Tomé la sartén por el mango y fui dueña, nuevamente de mi propio destino. Traté de salir clandestinamente de ahí pero, mi huída fue frustrada por mis suegros. Inventé una locación de dónde iba a estar para que no pudieran seguirme. Y así, un día viernes, salí de ahí y no volví a mirar atrás. Muchas veces juró haber cambiado y hasta lo demostró por ratos pero, ya no había nada que nos uniera. Cada quién siguió su camino, aunque él siempre trató de que volviera. Pasaron días, meses y años, y al fin volví a ser yo. Volví a arreglarme, volví a pintar y a reírme a carcajadas, para variar.
Hasta aquel día. Ese día en que vi su foto con su nueva novia. Una muchachilla que no me llegaba ni a los talones. Entre mí pensé que gracias a Dios había encontrado a alguien que lo aleje completamente de mí. Pero no pude evitar desearle que sufra de la manera en que yo lo hice. Que haga sufrir a esa tipa y que esté destinado a estar solo. Me duele. Definitivamente me duele. Pero no porque lo extrañe, sino por el hecho de no poder perdonarlo. El rencor escondido entre el agradecimiento me confundía un poco. Me sentí traicionada. Ella se iba a acostar en mi cama, iba a comer en mis platos, beber en mis copas, iba a gozar de mi casa como fue arreglada por mí. Me duele porque en ese momento fui un ser egoísta y les deseé a los dos la peor de las suertes. Porque me convertí en ese ser que deseaba a alguien la peor de las suertes. Todo gracias a él. A su egoísmo, ego, machismo y prepotencia. De haber sido siempre una mujer buena, me sentía sucia por tener ese tipo de pensamientos. Pero, aunque sonara inhumano, deseaba para ellos lo peor. Porque yo sí estaba esclava de mis hijos mientras él se paseaba por la ciudad entera con su juguete nuevo, despilfarrando dinero que no era de él.
Ahora, después de tanto tiempo, al verlo todavía me duele. Pero me duele porque me hizo la mujer que juré no ser nunca. Porque me desvalorizó hasta tenerme en el piso revolcándome en mi impotencia. Porque me costó un hijo tratar de salvar un matrimonio sin amor. Pero más que nada me duele por no poder hacer nada con éste rencor que llevo dentro. No poder saciar mis ganas casi religiosas de golpearlo y de rezar para que algo malo le pase. Por querer, de manera urgente, poder verlo sufriendo. Por hacerme amar la idea de querer verlo muerto. Por eso me duele. Porque después de haberlo querido tanto, haya hecho que en mi corazón, ahora sólo exista el odio.

La dicha de tener un buen HOMBRE…

A lo largo de mi vida he tenido incontables relaciones. Dado a que no he tenido una con una mujer, no puedo hablar de cómo sería eso, pero sí puedo describir ciertos aspectos de nuestras características más notables. Lamentablemente se me hace un poco aburrido escribir sobre mujeres en general, dado a que no me considero una mujer normal. Espero que mi experiencia con los hombres, los ayude en algo para que sepan los do’s y don’ts en una relación.
Soy una persona muy abierta y hablo mucho. Me gustan las buenas conversaciones por encima de una farra o una chupa. Estoy feliz en una reunión siempre y cuando tenga alguien con quién poder conversar. Pero, cuando conozco a alguien y hablo con él/ella por primera vez, me dedico siempre a escuchar. Observo detalles, gestos, analizo y callo. Analizo y saco conclusiones. Una buena conversación siempre será un “turn on” para mí porque, generalmente, quiere decir que esa persona, no hará que me aburra rápidamente. Mi cerebro va a mil por hora y a muchos se les hace muy difícil seguirme el ritmo. Son pocos con los que he podido realmente interesarme con una conversación, ya sea por teléfono, mensajes o en persona. Siempre es un mal síntoma que, en medio de una cita, yo esté más pendiente de mi celular que de mi cita.
Ahora, he tenido relaciones de todo tipo. Y ha habido personas con las que he podido conversar de temas de los que no puedo hablar con otras pero, siempre me han mantenido más interesada los que han podido hablar conmigo de sexo. Voy haciendo un proceso de eliminación y comparando relaciones buenas y malas, a medida que les describo mi hombre atractivo. Bajo estos parámetros pocos se me vienen a la mente. Hombres que, sin contar que me atraen físicamente, me atraen intelectualmente y pueden hablar abiertamente de sexo. Hay una diferencia muy marcada entre estos hombres. Y es que unos son HOMBRES, y los demás siguen siendo niños.
Nunca he sido de esas niñas/mujeres que les gusta salir con hombres mayores. De hecho mi contextura física, nunca fue atractiva para los mayores, dado a que siempre fue una niña pequeña y no desarrollé tan rápido como otras compañeras mías. Y por el hecho de ser más intelectual nunca puse como prioridad hacerme notar por mis atributos físicos. La verdad han sido pocos, los hombres mayores a mí con los que he salido, pero definitivamente es otra cosa muy diferente. Mientras que mis relaciones con gente de mi edad o menores a mí, siempre fueron tormentosas, y me enseñaron todo lo que no debo hacer; las relaciones con personas mayores que yo me enseñaron todo lo que quiero en una relación. Fue un cambio completamente, pasar de celos e inseguridad, a una estabilidad tan deliciosa y llena de nuevas experiencias, que cada vez que me acuerdo, realmente me da pena haber terminado.
Cuando hablo de hombres mayores me refiero a personas con más de diez años de diferencia conmigo, no de tres o cuatro años de diferencia. Los hombres mayores, o por lo menos los que me han tocado, han revolucionado completamente la manera de hacer que una mujer se comprometa a una relación. No puedo negar que existen esos que siempre serán unos sinvergüenzas, pero definitivamente, hasta en el sexo se nota una gran diferencia. Y ojo, no digo que es el mejor sexo que haya experimentado pero, definitivamente ha sido el más entretenido, el más cariñoso y el más complaciente. Y no sólo en ese aspecto fue diferente la relación, sino en el aspecto afectivo. Yo sentía de verdad que esta persona estaba ahí para cuidarme y para hacer que yo me sintiera bien. Antes, siempre había sido yo, la encargada de llevar la relación por el “buen camino”, alimentar la espontaneidad y el cariño en general, y acá era refrescante que otra persona lo haga.
No sólo cambia el trato de pareja, sino también las formas en que se demuestra el cariño. Nunca he sido de usar joyas o exigir regalos caros. Nunca he sido de comprar perfumes o cosas muy obvias para aniversarios o cumpleaños. Pero el cambio de rutina fue una experiencia increíble. Yo seguí sin comprar cosas materiales para recordar fechas importantes y mis detalles les parecieron mucho más sentidos que si hubiera comprado una pluma mont blanc. Ese tipo de aprecio, que no muestran los pelados, que siempre buscan cosas materiales, fue algo que me causo una satisfacción indescriptible. Y yo, a su vez, sí recibí regalos muy bonitos, que aunque carecían de creatividad, mostraban otro tipo de interés. Y por último la manera de tratarme, la manera de tocarme (no en el aspecto sexual), las conversaciones y las experiencias vividas con un hombre mayor son mucho más agradables porque, por primera vez sentía que yo era el centro de atención, por lo menos de esa persona. Siempre supieron hacerme sentir querida aún con el más pequeño de los detalles. Recuerdo uno en especial, estando un día en un centro comercial, llevaba una blusa sin mangas, y mi novio se acercó suavemente y me beso los hombros. Ahí casi caigo desmayada. Parece algo sencillo sin importancia pero, me mató. La sutileza es, a veces, un afrodisíaco poderosísimo.
Cuando somos niñas buscamos siempre un príncipe azul. Por experiencia puedo decir, que si cuando son “grandes” siguen buscando príncipe azul, busquen un hombre mayor. El HOMBRE te hará sentir, no como princesa, sino como reina, sin exagerar. Ojo, hay hombres mayores muy aburridos, como en todo, hay que saber buscar.

domingo, 5 de diciembre de 2010

SpeedDating y las Grandes Ligas…

Muchos no entienden el verdadero propósito de las redes sociales. Por ejemplo mis padres odian verme con el blackberry en la mano todo el día. Piensan que soy adicta y que no es sano vivir en un mundo que no existe. No creo poseer ningún problema para relacionarme en el mundo real pero, es entretenido tener esa interacción dentro del twitter, con personas que leen lo que escribes. Es divertido leer las opiniones de muchos como tú que comparten visiones y ponencias sobre muchos temas. Las personas que te siguen, lo hacen porque se relacionan con tu manera de pensar o, muchas veces, les gusta cómo dices las cosas. Realmente mi personalidad en twitter no difiere mucho con la de mi vida real. Digo las cosas de la misma manera en que las hago y las escribo siguiendo el hilo de mis experiencias. Tal vez por eso se me ha hecho fácil ir ganando followers. Comencé a twittear en agosto más o menos, y ahora ya tengo alrededor de 200 followers. No sé qué porcentaje de estos se deba a mi manera de escribir y qué porcentaje a mi avatar.
Nunca me he considerado bonita, mucho menos rica, por lo que la idea de que me sigan por mi avatar se me hace súper interesante. Obviamente tengo un montón de seguidores babosos que siempre me salen con alguna vulgaridad y ésos se ganan el unfollow y bloqueo respectivos. Pero los que se quedan en mi timeline son los que me hacen replys chistosos, inteligentes y que de vez en cuando me recuerdan que si soy bonita, sin rayar en la babosada. Normalmente no aguanto muchos halagos, prefiero que se me conozca por mi inteligencia que por mi físico. Y así entre la gente del twitter ha habido algunos con los que he compartido conversaciones fuera de éste. Es fácil diferenciar a los que sólo viven de joda con los que realmente vale la pena tener en tu vida.
Exactamente de eso se trata esta entrada. El twitter se ha convertido en un lugar dónde te rodeas de personas que piensan y sienten parecido al modo en que tú lo haces, por lo que, a veces te encuentras muchos que comparten gustos, opiniones, etc. Conoces personas con las que te relacionarías muy bien de manera sentimental. Otras, te engañas pensando que, esa persona a quién lees en twitter, es la misma en la vida real. Me ha pasado que he conocido gente con la que me llevo muy bien. Han sido, algunos, parte importante de esta etapa de transición en la que me encuentro ahora.  He aprendido a no dejarme llevar por las apariencias y a controlar mis emociones, dejando esas ilusiones infantiles atrás. He escuchado algunas historias de gente que se conoce en twitter o facebook y son felices para siempre. Bueno, la realidad, no siempre es la misma. Por experiencia propia puedo decir que hay cualquier tipo de freaks sueltos en internet. No todos corren la misma suerte de encontrar al amor de su vida en la red.
El speedDating en twitter es algo como un secreto a voces. Por ahí leí un día: “TLs vemos, DMs no sabemos” TL o timeline, (para los que no conocen la terminología) es la línea de tiempo dónde se ven todos los comentarios públicos que escribe la gente; y DM, son los mensajes directos que se mandan solo entre los usuarios que se siguen mutuamente, y que nadie más puede ver. Pero es casi seguro que, lo que te escriben por DMs son las cosas que no quieren que nadie se entere, que incluyen casi siempre un interés más allá de amistad. Podría apostar que cada usuario del twitter tiene por lo menos un DM con contenido sexual y los que dicen que no lo tienen, seguramente están mintiendo. Lo más chistoso es ver algunas veces como se va un DM en forma de reply por error.
Pero, continúo con el tema que me interesa. Ésta red social, de cierta forma, nos engaña. Ahí podemos fácilmente fingir ser quienes no somos para agradar más a alguien. Y cuando nos conocemos en la vida real, corremos el riesgo de desilusionarnos. He salido con tres personas que he conocido en twitter, y con las tres me he divertido mucho, no lo niego, pero eso no ha llegado a nada. Como lo dije en el post anterior, ya estoy cansada de desgastarme en ese tipo de relaciones que no tienen un propósito definido, más que el de pasar el tiempo. Uno de ellos me preguntó en un momento: ¿Tienes miedo a enamorarte? La verdad muero por enamorarme, a lo que le tengo miedo es a no ser correspondida. Tengo miedo de querer y no ser querida a cambio. Obviamente es fácil en estas relaciones superfluas, porque no hay nada en juego, no hay compromiso, ni riesgo a salir herido; pero tampoco hay ganancia alguna. No fue sino hasta que lo vi escrito, que me di cuenta de qué vacía estaba mi vida, al pensar que ganaba algo teniendo el control sobre toda situación.
De cierta forma, éste amigo nuevo en el tren de mi vida, que para variar también conocí por twitter, me ayudó a ver las cosas más claras. La verdad es que es muy difícil encontrar a un hombre que te hable claro sobre estas cosas y que te explique realmente la manera en que piensan. Y me hizo una pregunta que me inspiró a escribir este post: ¿Vas a seguir experimentando o estás lista para las grandes ligas? (grrrr) En ese momento me di cuenta por qué en mi casa me joden tanto para que busque a un hombre mayor que yo. Morí con esa pregunta. En teoría entendí qué era lo que me quería decir con eso pero, igual luego de un rato le pregunté nuevamente para saber a qué se refería exactamente con las grandes ligas. Y me dijo: A que tengas una relación como se debe, en dónde el tonteo ya no es el pasatiempo y que dejes esa niñería de dar todo porque eso para ti es amor. Pero amor es amar con inteligencia. FUCK! Luego de esa frase volví a morir. Tenía la boca, bueno los dedos con los que escribía, embarrados de razón.
Tanto experimento me ha dejado insatisfecha completamente con mi vida sentimental. ¿Cómo sé si estoy lista para las grandes ligas? No lo sé. Tampoco es que soy el dalai lama de las relaciones. No soy el gurú del sexo. Si me arriesgo tengo la posibilidad de perder pero, así mismo tengo el mismo chance de ganar. Déjenme ver qué pasa y les cuento.