martes, 15 de noviembre de 2011

GUAMOTE- 100 familias


"Soy América Latina, un pueblo sin piernas pero que camina..."
Calle 13


Por fin el día había llegado. La constru que representaría mi graduación de techera, que tanto había esperado, estaba aquí. Cuatro días, dos casas, dos familias. Había estado ansiosa más de dos semanas por este evento. Primera vez siendo jefa de cuadrilla. Emocionada y asustada al mismo tiempo. Repasé todos los procesos de construcción, me encomendé a Jebus (para que no se caiga mi casa) y me fui con todos los ánimos cheerleaderezcos posibles. Aunque estaba un poco triste por no poder ir a ver a Aerosmith, luego de haber esperado este concierto durante todo el año, el compromiso que he adquirido con el techo es uno de los más fuertes de mi vida y no había espacio para lamentarme. Las familias y los voluntarios me esperaban. Y estaba feliz por eso.

Y así comenzó todo, un feriado que marcaría el resto de mi vida, nuevamente. Sé que con todas las construcciones me emociono de la misma manera, pero esta vez fue más intenso. Más dolor, más trabajo y más satisfacción al final.

Salimos martes de noche. Yo contaba las horas en el trabajo. Pero al fin salimos. Con unos cuantos contratiempos, viajando separados, llegamos 3am a Guamote. Ya todos dormidos, sólo quedaba esperar. Tratar de dormir una hora hasta empezar la constru. Como si la ansiedad me iba a dejar dormir.

Pero bueno el día llegó. Se formaron las cuadrillas y, gracias a Dios, no podía pedir más de la mía. 9 cuadrilleros completamente dispuestos a ayudar. Lo máximo. Y así comenzó la construcción.

La primera familia estaba conformada de 4 personas. Doña Lucesita y sus 3 hijitos. Madre soltera, había sufrido mucho en su vida. No tenía casa pero, aún así, reflejaba una sonrisa inmensa de agradecimiento por lo que estábamos haciendo por ellos. Tuve algunos contratiempos en esta casa. Las vigas de piso estaban pandeadas y una rota. Los paneles no cerraban al principio. Pero el error me dio la oportunidad de aprender. Por suerte tuve la ayuda de camionetas, jefe de escuela e intendencia (jaja).



Ya había construido, pero la experiencia de ser jefe de cuadrilla fue mucho más allá. La responsabilidad de la construcción recaía solo sobre mí, lo cual me tenía un poco nerviosa. Al final todo salió bien.

Esta vez hubo muchas más personas. Casi 500 voluntarios a nivel nacional se sumaban a este sueño que tenemos muchos de ir cambiando con granos de arena la realidad de este país. En serio no podía ser más feliz. Sentí una vez más que no estaba sentada sin hacer nada. Que con mis manos estaba construyendo un futuro para otras personas.

Tijeral 2da casa
Todavía no supero el sentimiento que me dejo esta construcción y con esto muchas dudas en mi cabeza también. La duda de saber ¿Cómo es que existen personas que no sienten lo mismo que yo? Esta fuerza que se origina en mi interior que me hace creer que con lo que hago puedo cambiar verdaderamente al mundo. Gente que no cree que esta América Latina, en la que vivimos, es una tierra llena de oportunidades, luchadora. Que somos el futuro y que, si no somos nosotros quienes nos levantemos a construir el mundo que queremos ¿quién lo hará? Gente que vive despreocupada de lo que hay más allá de sus narices o anestesiada simplemente para no compartir la responsabilidad que tenemos todos de cambiar lo que está mal.

Mucha gente me critica porque construyo. Porque “malcrío” y “solapo” la vagancia del pobre. Lo que no entienden es que, no todo el que es pobre lo es por elección. Hay mucha gente que conozco que se acerca a los 40, que tienen empleos mediocres, no han hecho nada relevante con sus vidas. Pero ahí sí creen que es por falta de oportunidades. Claro, si no fuera así, sería culpa directamente de su falta de capacidad. Pero cuando es con otros, ahí si son ignorantes, vagos, que quieren que les den todo en bandeja de plata. Hay gente que ve la astilla en el ojo del otro, pero no ve el tronco que tienen en el ojo propio.

Yo a mis 25 años, si es que no cuento los 2 maravillosos milagros que tengo en casa, al menos puedo decir que he cambiado directamente la vida de cuatro familias que no tenían dónde vivir. Que he aminorado sus preocupaciones y que les he dado, con la ayuda de mis compañeros techeros, una mejor oportunidad de superarse.

Como vivimos en una burbuja, no nos falta absolutamente nada, no nos damos cuenta que nosotros mismos, gente de ciudades, hemos encaminado esta discriminación para que el pobre no tenga las mismas oportunidades que nosotros. Nosotros tenemos la culpa de habernos deshumanizado tanto hasta el extremo de no importarnos gastar dinero en alcohol, en una farra, mientras hay gente en el mundo que literalmente se muere de hambre. Gastamos dinero en hacer ricas a las grandes multinacionales cuando compramos una hamburguesa de X marca, cuando hay familias que no tienen dónde vivir, o que con el poco sueldo que reciben, alquilan un cuarto en condiciones deplorables. Con lo que cuesta esa hamburguesa, con papas y cola, una familia entera puede alimentarse un día.

En serio, no me explico cómo hay personas a las que simplemente no les interesa nada de esto, cuando yo, literalmente, me desgarro por dentro cada vez que pienso en eso.

Como ven el techo se ha vuelto parte muy importante de mi vida y doy gracias a Dios porque, así como hay muchos que no se preocupan por la realidad de su entorno, cada vez hay más que se suman a este sueño de cambiar poco a poco la situación de nuestro país.

Esta construcción me dejó un sabor medio amargo en la boca. Por ser jefe de cuadrilla fui responsable de la relación de mi grupo con la familia y por primera vez me encariñe tanto con Lucesita y sus hijos, que realmente los extraño. Vi mucho de mí en ella, me relacioné demasiado con su situación y por lo mismo la vi como mi igual. El abrazo de despedida no bastó. El adiós de los pequeños sigue en mi mente. Y algo que me lleno de orgullo inmensamente, es lo que más recuerdo de ellos. Al día siguiente de terminar la casa de Lucesita, me encontré nuevamente con Moniquita, su hija mayor, en la escuela y ella me dijo: “Tú fuiste la que construyó mi casa.” Sin exageraciones, mi corazón saltó de alegría. Yo era la responsable de la felicidad tan merecida de esta familia a la que el destino le había quitado tanto. Estos niños, los cuales me recordaban tanto a los míos, ahora tenían un lugar que podían llamar PROPIO.

Los hijos de Luz con sus primitos...
El vaso de leche que nos brindó Luz (lo único que podía darnos) en agradecimiento, fue el más rico que probé en mi vida. No me gusta la leche caliente, así que me preparé para tomármelo con la mejor cara, aunque no me gustara. Pero mi sorpresa fue que me lo tomé con tanto gusto. Me calentó del frío intenso nocturno del Chimborazo y me supo a gloria. En serio no podía estar más agradecida con Dios por haberme dado la oportunidad de conocer a esta familia y aprender tanto de ellos.

Al final, como siempre, no quería regresar. Lo único que me consuela es saber que nuestro trabajo no termina aquí, no descansaremos nunca…

VAMOS TECHEROS!!!



Lo que no olvidaré de Guamote:

·         Lucesita y sus hijos
·        El burro que me atormentó durante los 2 primeros días
·         Jaime siendo jefe de escuela
·         Pepe muerto en mi cama!
·         El calambre a las 3am
·         La cuadrilla 12! Fueron los mejores!!
·         La cuadrilla 11 y sus ganas de ser siempre como nosotros u_u jajaja
·      El viaje de ida y tener q cambiarnos 2 veces de bus
·         Los lojanos de la cuadrilla 6 que nos ayudaron on los pilotes
·      Juanki y Pepe ayudándonos a poner viga maestra (sin poder clavar) 7pm a oscuras
·         El Javy estacionado en nuestra casa
·         Ochoa ayudándonos  a cerrar paneles
·         Franklin, mi cuadrillero estrella, retándome porq nunca digo por favor
·         Las llamadas al jefe de escuela porque camioneta NUNCA me contestaba el teléfono
·         El plato de fideos con chorizo que cayó encima de mis botas (gracias China y Harper)
·         El frío que no me dejó dormir varias noches
·         Los ronquidos en el cuarto de staff que tampoco me dejaron dormir
·         Los pañitos húmedos que NO me sirvieron (se me acabaron)
·         Los problemas con los buses al regreso
·         Los cuyes y el mal de ojo
·         El suelazo que me pegué en las olimpiadas techeras
·         El correo de brujas y los mensajitos que hacen que Jaime se cabree jaja
·         “casi me pierdo”


Lo mejor del techo...


Y bueno otras cosas más luego de la constru q a uds no les interesa jajaja
Nuevamente extrañe a mis cuencanos :(




"Vamos caminando
Aquí se respira LUCHA
Vamos dibujando el camino..."