martes, 10 de abril de 2012

Montecristi- #CCSemanaSanta


Este es el momento que detesto realmente... Al día siguiente de regresar de una constru y estar a dos minutos de renunciar al trabajo para dedicarme de lleno al voluntariado. Luego viene el segundo momento que odio, tal vez más que el primero, cuando recuerdo el chorro de deudas que tengo que no me permiten renunciar. *se forma un nudo en su garganta y se llenan de lágrimas sus ojos* Aún cuando me encanta regresar a bañarme y poder ir al baño tranquilamente, el sentimiento que te produce una construcción o actividad del techo, no se compara con nada. Pero bueno…

Después de luchar contra la intendencia varias semanas, por fin acepté mi destino. Todos los voluntarios pasamos por eso. Pero no pensé que iba a ser tan difícil. Fue una prueba monumental. Atender a 300 voluntarios y hacer que se sientan bien. Prueba de paciencia u_u lo que tanto me hace falta. Aunque estuve a punto de colapsar varias veces, logré controlarme bastante, creo yo.

Y bueno, nos fuimos a Montecristi en Semana Santa. Es un poco abrumador pensar que en 19 países hay miles de voluntarios haciendo lo mismo que tú, al mismo tiempo que tú. La idea de formar parte de una mayoría de personas que piensan igual que tú y persiguen los mismos ideales, te da la sensación de estar haciendo algo bien. Como siempre con la emoción de salir de Guayaquil y sacarme el disfraz de abogada, contaba los minutos que faltaban de ese miércoles para ponerme mis zapatos techeros, agarrar mi maleta e irme. Sin saber lo que me esperaba en mi primera experiencia como intendencia.

Hace un rato estuve leyendo el post de mi primera constru y ver como describí la experiencia esa vez me llena los ojos de lágrimas. Ver por todo el proceso que he atravesado dentro del techo. Comenzar pensando que la construcción era lo máximo y llegar ahora al punto de darme cuenta de todo el trabajo que representa una constru y amarlo también. He llegado a adorar cada dolor que te produce martillar, alzar paredes, cavar. Tanto así que esta vez los extraño. No construí en Semana Santa y aunque me causó un poco de tristeza no convivir con las familias y los voluntarios, estoy satisfecha de haber cumplido mi labor de intendencia, aún luego de todos los inconvenientes.

Resumen primer día: Me tocó hacer el envío por primera vez. Algo en tener que hablarle a los voluntarios,  motivarlos y agradecerles por compartir nuestro sueño, me encanta. No sé si es porque puedo gritarles jaja mentira u_u. Viaje tranquilo, corto y cómodo. 4 horas de sueño. Fin del comunicado.

Resumen segundo día: Gente nueva, gente vieja. Alegrarme por ver a gente que no había visto en tiempo. Esta es una de las cosas que más me gustan del techo. Conoces gente que te llega de una u otra forma. Gente que sueña el mismo sueño, gente que se levanta a trabajar por el mismo objetivo. Gente que, a pesar de verlos poco, los sientes más queridos que muchos que puedes ver siempre. Amigos. Esta constru, me lleno mucho por motivos diferentes a las anteriores. No sé realmente si lo que me alimentó fue el ego o el alma. No soy de las personas que saben diferenciar sentimientos por lo que, lo único que puedo asegurar es que me dejó bien claro que en el techo tengo amigos. Porque los siento muy dentro y muy cerca de mi corazón. Porque río y lloro con ellos. Porque me afectan sus problemas y porque realmente los quiero y haría cualquier cosa por ellos. Es extraño sentir esto por personas que realmente conoces poco. Pero lo poco que conoces de ellos es suficiente para adorarlos.

Ese día comenzaría el verdadero reto. En ese momento, viendo tanta gente junta, me di cuenta que la intendencia no iba a ser como yo esperaba. Desde que entre al techo, he visto todo tipo de voluntarios, los que están encantados con la experiencia, los que se quejan por todo, los que no quieren participar en las actividades, los que van a la constru solo para hacer horas de labor social. Creo que nunca había visto voluntarios como los que me tocó. Fue frustrante a ratos ver que no se los podía complacer con nada. Así que me dediqué a dar lo mejor de mí y a servir en lo que más pudiera, tratando de hacer hasta lo imposible por que se sientan bien.


Esta parte de la construcción, ser del staff, viene cargado de responsabilidades y a veces los voluntarios no se dan cuenta todo lo que implica estar del otro lado. Ser intendencia significa quedarse en la escuela y no construir, limpiar como muchas veces uno no lo hace ni en su propia casa, cocinar como chef profesional (o por lo menos tratar) para grandes cantidades de gente, tratar de mantener al voluntario motivado y animado con las actividades. Muchos chicos no piensan que nosotros somos voluntarios, igual que ellos. Y que muchas veces es una labor monumental cocinar para 300 personas, o limpiar las porquerías que quedaban en los baños. Luego del vandalismo, las quejas, me encantó le experiencia. Sin duda lo volvería a hacer, siempre y cuando las casas estén cerca para poder escaparme a ratos a martillar un poco o subirme al techo.


El segundo día fue un caos. Se nos acabó la comida. Los voluntarios se bañaron. Mi voz ya estaba en la cabeza de todos como el chirrido que produce rascar una pizarra con las uñas. Aunque me odien por gritarles tanto, y a pesar de todo, amé ser intendencia. Mi grupo de trabajo fue lo máximo, Juan, Alía y mi gordo, Jaime. Fue una experiencia nueva y gratificante al fin (a pesar de todo).

Bitácora del capitán: Tercer día, viento en popa. Avanzamos a un ritmo perfecto con la comida y la limpieza. Queríamos compensarlos por las faltas del día anterior. Sorpresa, algo que no habían comido antes en una construcción. Salsa de queso, patacones, papa hervida, ensalada de atún. Quisimos prepararles un festín y lo logramos. Pero ¡Oh, sorpresa! Se quejaron igual. JEBÚS no hubo cómo con estos  voluntarios de m… (jaja) Aún así la experiencia fue maravillosa como siempre. Si hubo un solo voluntario que elogió nuestro trabajo, estoy satisfecha. Y sí lo hubo. Una voluntaria, Francisca, me alegró completamente el día con su agradecimiento. Si uno aunque sea estaba feliz, yo estaba feliz.

Día cuatro, el regreso. Tan triste como siempre, por dejar atrás lo único, que me ha hecho feliz en mucho tiempo, sin contar a Jaime. Regreso a mi trabajo y maldigo la economía del país. ¿Por qué no somos como otros países que les pagan a los estudiantes? Pero bueno a seguir con la labor de antes de la constru. Tenemos otra a la vuelta de la esquina…



Lo que no olvidaré de Montecristi:

  • SER INTENDENCIA POR PRIMERA VEZ EN MI VIDA EN UNA ESCUELA CON 300 VOLUNTARIOS!!
  • El Juanky y su: “Manu, aunque eres un poco brava eres lo máximo” que casi me saca lágrimas.
  • El ánimo que me daba 8ª. El beso en la frente y el: “Paciencia Manu”
  • Las papas rompe muelas
  • Las RATAS de 3 mts que casi nadie se enteró que había en la escuela.
  • La limpiada de baños.
  • Pepe y Payuco vestidos de escupidos. Perdón, cupidos.
  • Correo de Brujas y el “voy a extrañar tus gritos en mis peores pesadillas” jaja
  • No poder dormir ni 3 horas seguidas.
  • Jaime enfermo, vomitando en la calle peor que borracho.
  • Juanky queriendo meter la mano en el inodoro para destaparlo.
  • Lavar las papas más sucias DE LA VIDA.
  • Ser usada como megáfono de la escuela.
  • El baile de las sillas “extreme” y Julie queriendo hacer trampa! Jaja
  • Las pruebas de carácter de 8ª.


Fotos por Luis Morocho