Esta vez realmente no sé cómo comenzar. Tengo tantas ideas regadas en mi
cabeza acerca del TECHO. Tantos sentimientos que me inundan, que la verdad no
sé cómo describir. Creo que el ejemplo más cercano que puedo darles de lo que
es esta experiencia es que es casi lo mismo que estar enamorado secretamente de
alguien. Sentir ganas de gritar y que tus palabras no se escuchen. Sentir el
corazón que se te quiere salir, sin poder demostrarlo.
El TECHO ha venido a formar parte primordial de mi vida. Es la realización
material de todos mis sueños y todo el potencial que he tenido siempre en mí
dormido.
Desde que tengo memoria he querido hacer con mi vida algo más allá de lo
normal. Algo que cambie la vida de miles de personas. Por experiencia de mi
padre y la mía propia, he sabido siempre lo que es no tener las mismas
oportunidades que otros. Sea para bien o para mal, me ha ayudado a crear un
instinto que no sé describir. Algo que combina rabia, insatisfacción y ganas
infinitas de demostrarle al mundo que hay un futuro mejor. Escogí estudiar
derecho no para ejercer como abogada, sino para tener bases para hacer una
diferencia en el gobierno. Porque las leyes son lo que nos controla a todos y
sus reformas son las que nos permitirán avanzar o no.
Así como es estar enamorado y no poder gritar al mundo tus sentimientos, es
tratar de concientizar a una sociedad completamente desensibilizada. Vivimos en
un mundo dónde la pobreza se ha convertido en parte del paisaje, dónde creemos
que los pobres son pobres porque quieren serlo. Mientras vivimos rodeados de
lujos, porque para 400.000 ecuatorianos el agua potable, la luz eléctrica, el
alcantarillado, la educación secundaria, son lujos; no nos damos cuenta lo que
está más allá de nuestras narices.
Y es esta esperanza conjugada con rabia que me hace seguir trabajando.
Rabia por nacer del otro lado y no poder hacer más por ellos. Rabia de saber
que hay muchos que duermes plácidamente en la noche, seguros, cómodos, mientras
otros no tienen la misma oportunidad. Esperanza de, así como 1555 familias en
Ecuador hoy tienen un lugar digno donde vivir, muchas más podrán tenerla
también si seguimos trabajando juntos.
En este año trabajando en el TECHO he conocido a mucha gente. Gente que
entiende el proyecto, gente que no le importa un carajo y va por novelería,
gente que regresa, gente que nunca más aparece. Pero tengo la satisfacción de
que aunque sea uno regresó, se interesó y quedó encantado con este proyecto.
Y seguiré trabajando, aunque mis padres no entiendan cómo trabajar sin
descansar sin sueldo me hace feliz. Seguiré porque espero que en 10 años mis
hijos puedan seguir con mi trabajo. Porque, muy aparte del amor que desarrollas
hacia las familias, todo esto lo hago por mis hijos. Porque quiero que
entiendan que no porque no vean gente pobre, significa que no existen. No
porque ellos tienen lo mejor, significa que todos lo tienen. Porque quiero que
valoren todo lo bueno de la vida, conociendo lo mala e injusta que puede ser a
veces. Y quiero que no tomen a la ligera los problemas que tal vez están lejos
de ellos. Quiero heredarles un mundo que, si bien es cierto no es perfecto,
pero cuando yo lo tomé en mis manos era peor.
No sólo quiero que se enorgullezcan de mí. Quiero que ellos hagan lo mismo.
Quiero que ellos puedan estar el día en que en el Ecuador ya no exista la
extrema pobreza…
Puede que muchos lean esto y viren los ojos o simplemente no le presten atención. Estoy consciente de que no puedo pedirles que sientan lo mismo. Pero sí puedo pedirles que lo prueben. Así como antes no te gustaba el sushi y ahora vas cada fin de semana. Así como todos le hacen mala cara al brócoli, pero un día se los sirvieron de una manera en que no podían parar de comer. Así... No se pierdan de probar nuevas cosas sólo por miedo a que no les guste. Pruebenlas y luego decidan si les gusta o no. En el proceso pueden hacer felices a muchas personas.
Yo te puedo decir qué es el TECHO en cifras. Puedo hablarte de en cuántos países estamos. Puedo contarte la misión, visión, objetivos y todo lo que pretendemos hacer, nuestras maneras de intervenir. Y al final, tal vez la mejor explicación la hallarás viviendo la experiencia. La experiencia de entregar una casa, de jugar con niños, de hablar con alguien que, tal vez piensas que no puede enseñarte nada, pero termina enseñándote de todo. De por un fin de semana o un día solamente, dejes tu vida cómoda para sentir en carne propia como viven miles de familias.
Si puedo invitarlos a ser jefe de punto para la Colecta anual del TECHO este 29 y 30 de Junio. Sólo en un día sacrificado, pueden ayudar a miles de familias que viven con menos de 1.20$ al día.
PIÉNSENLO! sólo piénsenlo y me avisan...
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