Creo que todos hemos visto esas
películas gringas, en donde el/la protagonista habla de su pareja como “the one” (con el énfasis en THE),
refiriéndose a que es con quién quiere pasar el resto de su vida. La verdad
estas películas lloronas siempre me han producido sentimientos contradictorios.
Por un lado porque, sentía, que nadie puede estar cien por ciento seguro de
querer pasar el resto de su vida con otra persona. Y segundo, porque sí tenía
la leve esperanza, o el anhelo oculto, de que esto me pasara a mí.
¿Por qué no me parecía creíble?
Pues porque es imposible, pensaba yo. He tenido muchas relaciones, pocas
realmente “serias”, y en todas ha habido un común denominador. Si leen mis
posts anteriores, como yo me he dado la tarea el día de hoy, encontrarán algo
que se repite en todos. DUDAS. Nunca sé qué quiero. Siempre hay “algo” que me
impide hacer otro “algo”. En todos hay aunque sea una interrogante que no me
permite desarrollar por completo la intimidad con esa otra persona.
Pues llegamos a esta etapa tan
temida, los 30’s. Y llegamos con muchas dudas y UNA SOLA CERTEZA:
“Varias veces me intentaron hacer
comer el cuento de que a esta edad el amor ya no es como a los 20s. Que ya no
sientes esas cosquillas, ni esa emoción que sentías antes. Que la pasión ya no
existe, no la vives de la misma manera que en la juventuC. Yo he decidido que
no quiero creer eso. Aunque signifique quedarme sola, con mis dos hijos y me
toque comprarme una media docena de gatos. ¿Saben qué? Me importa un culo…”
Junio 2017, De amores acostumbrados y otros cuentos de terror. (Sorry, no voy a
seguir normas APA en mis propios posts).
Y bueno, tres años después de
haber escrito esto, vengo a confirmar que tenía razón. En ese tiempo estaba
saliendo de una relación de dos años, que se extendió luego por un año más
intentando hacer de tripas, corazón, a ver si nos acordábamos por qué estábamos
juntos, in first place. Pero no se pudo. ¿Por qué? Se preguntarán. Pues porque
yo no estaba enamorada. Las bases de esa relación se habían sentado en otra
relación fallida, la cual yo no me había dado el tiempo de sanar correctamente.
Craso error, luego me daría cuenta.
Pero bueno, volvamos al presente.
En el 2018 me decidí a sanar bien luego de esa ruptura. Esta vez haría las
cosas bien. Cosa que me resulto en un nuevo amor por mí misma. Definitivamente
me sirvió para conocerme y entender lo que, en realidad, quería y, lo más
importante, necesitaba. Dejé a un lado los prejuicios impuestos por la sociedad
de lo que “debía ser” y acepté lo que yo “soy”. Un año después, me aventuré
nuevamente al mundo del amortz. Despacito, despacito. Con cautela y, ahora, con
unos estándares un poquito más altos. Ahora que estaba segura de lo que valía,
obviamente no podía estar en una relación con cualquier pendejo.
Y nada… Aquí surgió un nuevo
problema. Pues que no conocí a ninguno que valiera la pena para estar más de
uno o dos meses. Salí con varias personas, intenté conocerlos. Al principio,
hasta me emocioné un poco por lo que me mostraban. Poco a poco, me fui dando
cuenta de lo que había escondido. Y, hasta ahí. NEXT. Por un momento pensé que
la del problema era yo. Tal vez había perdido la capacidad de relacionarme, de “meterme”,
de compartir una verdadera intimidad.
Debo decir que, gracias a
Diosita, estaba equivocada. Esta vez no pienso dar detalles, porque, en estos últimos
años me he dado cuenta de que existe más gente mala que buena. Y tal vez les
vaya a sonar algo incoherente, si no saben el trasfondo pero, sólo puedo decir
que, en el 2017, estaba en lo cierto. No importa la edad que tengas, siempre
puede llegar alguien que te haga cuestionar todas las cosas que pensabas del
amor y las relaciones. En ese 2017 escribí que, tal vez me había vuelto un poco
cínica, y podía haber sido verdad. Estaba cerrada por completo a la idea de
volver a casarme o tener más hijos. Y, aunque con estas ideas ya me había
reconciliado hace algunos meses, al final sí llegó alguien que me dio un giro
de cabeza.
Sí me he cuestionado bastante si
es que en algún momento, en el pasado, estuve enamorada. Porque, en este
momento, no tengo absolutamente ninguna duda. Lo que soy yo, Manu Quintana,
nunca había estado tan segura de algo. Veo esto y siento que es absolutamente
todo lo que necesito. Me odio un poquito por no haberlo visto antes. Pero al
final recuerdo que Dios sabe por qué hace las cosas. En otro momento creo que
no hubiera sido lo suficientemente madura como para valorar esto, o tratarlo
con el respeto y compromiso que se merece. Las cosas, las personas, llegan
justo en el momento en que deben llegar.
He hecho cosas que no hacía hace
años y estoy muy feliz. Más que nada porque, hace varias semanas, en una
conversación con Débora, le comentaba que tal vez yo debía vivir algún tipo de relación
abierta, amor libre, esas cosas super hippies del new age. Y ella, muy sabia,
me dijo: “piensas eso ahora porque realmente nunca te has enamorado”. Me quedé
fría y dije para mí misma y mis adentros: “PFFFFFFFF”…
Pues Débora, como siempre, tenía
razón.
Y bueno ya no quiero hacer esto
más largo. Yo sé que mis amig@s están preocupados por mí, porque creen que me
voy a aburrir o que voy a hacer alguna huevada. Pero, ¿saben? Es la primera vez
en mi vida, de mis 33 años, que siento que tengo exactamente lo que quiero y
necesito. THE one, como dicen los gringos. No necesito nada más. Y ya estoy
demasiado vieja para andar haciendo huevadas. ¿No les pegan esos memes que
dicen: confirmen si ya todos, lo único que queremos, es paz, una cama grande y
una cocina limpia? Pues eso…
Adicionalmente, creo que nunca me
han podido escuchar o leer diciendo que estoy enamorada. Hasta este momento.
Puede que luego me equivoque, eso sólo lo sabe la vidammm. Si ese es el caso,
pues lo estoy disfrutando muchísimo. Ha sido un viaje durísimo estos últimos dos años. Todo lo que venga, lo aceptaré como un regalo del universo, sea bueno o malo... Todo vale!
Conclusión: La misma de siempre.
No pierdan la fe, porque, si has sido bueno, la vida siempre encuentra la forma
de premiarte…
Saludos amiga, tu historia se parece un tanto a la mía, creo que cada etapa de nuestra vida nos enseña algo y tienes toda la razón en lo que dices las cosas llegan cuando tienen que llegar.
ResponderEliminarGracias por tu palabras! Me alegra que te sientas identificado...
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