sábado, 3 de septiembre de 2011

LOS TRIPS A CUENCA Y LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA

Luego de mi ida al techo se me abrió un mundo inmenso de posibilidades. Aunque no lo crean me di cuenta de que vivía en la burbuja de peluconlandia. Nunca pensé catalogarme como pelucona, pero me chocó bastante darme cuenta de que me había absorbido la rutina de una vida muy cómoda en el seno de mi familia. Después de tanto tiempo de haber pasado de relación en relación, de yugo en yugo, por fin estoy sola y feliz. Independiente casi completamente y amando mi libertad. El poder de hacer lo que quiera, cuando quiera y sin tener que dar explicación a nadie es un placer casi orgásmico para una persona que pasa del yugo familiar al yugo matrimonial (como yo). Y así es que me enfrento a un dilema mucho mayor de los que se me han aparecido antes.

Por casualidad conocí a cierto cuencano que, no lo puedo negar, me movió el piso. No sólo por ser todo un personaje sino por tener ideologías muy similares a las mías. Nunca pensé que existiera una persona tan freak como yo, mucho menos un hombre. Pero bueno siempre hay obstáculos en cada historia que cuento, y esta no podía ser la excepción. Lógicamente el problema en este cuento es la distancia. Aunque son tres horas de aquí a cuenca, el viaje distancia cualquier pasión. Y así, como todos sabemos qué pasa con las relaciones de lejos, me cagó un poco la ilusión de haber encontrado a la horma de mi zapato. Querrán saber qué fue lo que me dijo que me hizo caer el calzón (jajaja). SIMPLE me dijo que no quería tener hijos y compartió conmigo una visión del matrimonio muy similar a la que yo predico.

Pero bueno, ahí no se termina la historia. Casi contemporáneamente, apareció en mi vida otro personaje que, está intentando, con un poco de dificultad, adentrarse en mi pequeño órgano bombeador de sangre (corazón). El trip con este señor, es que es un amor. Podría decirse que es todo lo que he querido en un hombre. Cariñoso, atento, detallista, preocupado, un caballero a carta cabal, como solían decir “en antes”. Así que se preguntarán ahora cuál es el  problema. Pues ni yo lo se. Espero que me puedan ayudar a descifrarlo.

Me fui a cuenca a ver si había feeling con el personaje cuencano. Y resulto que, por lo menos por mi lado, corría un chorro bien grande de feeling. De ahí el título de este post. Los trips a cuenca porque en este momento me dispongo a viajar nuevamente, con la bendición de Dios. Pero ahí no terminará el cuento. Sí, aquí en Guayaquil tengo alguien que me puede hacer feliz, aceptando toda mi naturaleza conflictiva y complicada pero, no sé por qué mi mente sigue en cuenca. No se si estoy cayendo en lo mismo de lo que me he quejado siempre, de la gente mal llevada. No se si es que tengo miedo de perder mi independencia, la cual me ha costado obtener. No se si simplemente tengo un capricho.

Cuenca n me ofrece más que visitas de vez en cuando. Guayaquil me ofrece una vida entera. Pero Guayaquil no me da la emoción que me da estar en cuenca. ¿Me explico? Tal vez pueda enamorarme completamente de cuenca y vivir siempre queriendo estar allá. Quizás termine de enamorarme de mi Guayaquil pero termine aburriéndome de él. No lo sabré hasta que lo pruebe. Lo que me da miedo es quedarme desterrada de cuenca y Guayaquil, sin pan ni pedazo. Tough choice… Veré qué hago y les cuento.



¿Por qué será que cuando encontramos lo que queremos nunca es lo suficientemente bueno?

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