miércoles, 26 de mayo de 2021

CRIANDO UN HIJO CON EL QUE TU HIJA SE SENTIRÁ SEGURA

Por si no lo saben, HOY, hay varios planetas en retrógrado. Yo, personalmente, no soy de creer en estas cosas. Pero he entrado a una etapa de mi vida en que ninguna teoría es lo suficientemente loca, como para no creer que tiene algo de verdad en ella. Soy una mujer de ciencia, pero hay alguna razón por la que, la astrología, ha sido considerada una ciencia por miles de años. Así que vamos a darle el beneficio de la duda (aunque sea). Que estén los planetas en retrógrado significa que muchas cosas van a estar “mal”, tecnología, sentimientos.

Justo en estos días notaba, en redes sociales, cada vez más post de personas que se sentían mal. Tenemos un malestar masivo. Y obviamente se puede deber al hecho de que estamos justo en medio de una pandemia mundial, pero también se puede deber, coincidentemente, a que, los astros, andan jodiéndonos la existencia.

Este post es un poco especial y tiene dos dedicatorias, a alguien a quien quise mucho, y a las madres y padres de hijos varones. Más que nada a esas madres que se consideran feministas y que, al final del día, no entienden bien lo que significa esta ideología.

Siempre he dicho que yo no soy borrego de nadie, tengo mi propio pensamiento. Y me he formado, y he leído muchísimos puntos de vista, para desarrollarlo. Es por eso que ninguna ideología, me representa al cien por ciento. Igual que con la religión, el feminismo lo vivo my way. Desde mi trinchera y con mis mejores recursos. Aún así, por el mismo hecho de ser feminista, sería incapaz de juzgar a las demás, que deciden vivir su feminismo de manera diferente al mío. Y, antes de que salgan con alguna huevada, sororidad no significa solapar conductas de otras mujeres. Sororidad es apoyar, estar ahí cuando lo necesiten, mas no, estar de acuerdo con todo lo que hacen, aún si no va con nuestra forma de pensar, ok?

Ok, sigamos…

Ya escribí un post sobre la importancia de nutrir a nuestros hijos varones, de la misma manera en que nutrimos a nuestras hijas mujeres. Y, ahora, les contaré la razón por la que reitero en este tema. Durante toda mi vida, me he encontrado con hombres con muchos problemas, más que nada, el de no saber gestionar sus emociones. No poner en orden sus prioridades. Huirle al conflicto. Cosas que no hace un adulto funcional. A este fenómeno lo llamo: crecer siendo millennial en Latinoamérica.

Nos crió una generación extremadamente violenta, con unos parenting skills casi nulos (en la mayoría de casos, no todos), nos criaron haciendo caso al miedo y no al respeto, etc., etc. Y antes de que me digan “a mi me pegaron y yo soy un hombre de bien”… No me cansaré de decirlo: ¡NO ESTÁS BIEN RAÚL! Pero bueno, haber crecido en estos ambientes, sumamente disfuncionales, nos ha hecho convertirnos en adultos con un sinnúmero de problemas existenciales. “La generación de cristal” nos llaman. Verás, Raulito, no soy de cristal, no es que me molesta todo lo que veo, lo que pasa es que he leído, me he informado, y sé que, científicamente, pegarle a un niño cada vez que hace algo mal, crea adultos frustrados. En el peor de los casos, ese niño, con la influencia del internet, te va a asesinar mientras duermes algún día. Sólo para que lo tengas presente. *wink*

Pero ¿a dónde quiero llegar con todo esto? La verdad no sé si es porque soy escorpio, o en sí es mi personalidad y mi complejo de superheroína, que creo que mi misión en esta vida es ayudar a la mayor cantidad de personas que me sea posible. Aunque creo que me equivoqué de carrera, debí estudiar psicología y no derecho, pero eso es otro asunto. La cosa es que mi naturaleza me llama a grandes cambios, no sólo personales, sino de las personas que quiero. Y que, obviamente, me tocan los Raules, más Raules del medio. Chicos que, en su infancia, no fueron nutridos correctamente. Que crecieron en hogares disfuncionales, tal vez con padres muy curuchupas. Y, más que nada, con la idea de que la psicología es solamente para la gente loca. Por ende, no tienen idea que, la razón por la que tienen tantos problemas siendo adultos, viene muchísimo más allá de “no tengo plata” o “no hay trabajo”.

Entonces, me he dado cuenta que existe un patrón en mis relaciones, y es que la mayoría de mis ex, ha tenido algún tipo de situación disfuncional mientras crecían. Y, yo, como ya hice terapia y me creo wonder woman, me lleno de paciencia y trato de ayudarlos con esos issues que, a veces, ni siquiera aceptan que tienen.

El novio del que me enamoré perdidamente: relación enfermiza con la madre, presión de sucesión por ser el primer hijo varón, baja autoestima lo que le hizo entrar en depresión cuando se quedó sin trabajo.

El siguiente novio: presión de ser tan adinerado como el padre, presión de cuidar a la familia en caso de cualquier eventualidad (único hijo varón), presión por ser un buen proveedor para mi (WTF, yo ni siquiera quería casarme).

The next: Padres con un divorcio complicado, convirtiéndose él en “figura paterna, cuidador, etc.” Mala relación con el padre que le gustaba andar con muchachitas 30 años menores. Criarse siendo el único varón con un abuelo que no demostraba afecto, solamente autoridad.

And the last: Criarse con una madre curuchupa, el último de los hermanos, con los que tiene más de 10 años de diferencia. Una separación matrimonial que incluía otra familia de por medio (escondida por muchísimo tiempo). La idea, obviamente, de que el sexo pre matrimonial es pecado. Si te divorcias es pecado. Si te masturbas es pecado. Son muchos pecados. Mala relación con la madre obviously.

Patrón? Obviommm y como buena escorpio, apasionada, cariñosa y “ayudadora”, siempre me llené de paciencia y entendí de dónde venían estos niños, ahora adultos. Muchas veces puse mis intereses y mis necesidades por debajo de las suyas. Y es que yo también tengo mis issues y, uno de los más grandes, es que quiero ayudar (criar) a todo el mundo desde la culpa. Quiero que tengan lo que yo no tuve, amor, afecto, alguien que los escuche, que los apoye, etc, olvidándome que todos somos mundos diferentes. Lo bueno es que yo tengo a Susana que me pone en regla. Tengo a Majo, que me ayuda a canalizar mis emociones. Y tengo a Débora que me manda una puteada cuando lo necesito. Y he aprendido, con el tiempo, una frase (que no recuerdo quién la hizo famosa): “NO SOMOS CENTRO DE REHABILITACIÓN”. ¿Voy a seguir siendo empática con los problemas de las personas que quiero? Por supuesto, pero nunca más pondré mis necesidades en segundo lugar.

Pero aquí viene lo importante, el meollo del asunto y el por qué del título de este post. He estado leyendo mucho sobre feminismo interseccional y se los voy a resumir en “buscar la igualdad de todo ser humano, no sólo de la mujer, para que no exista más opresión en ningún sentido”. No es solamente eliminar la opresión de la mujer, sino de todo ser humano. Solo así podremos dejarles un mejor planeta a nuestros hijos. Y esto comienza desde casa, educando a las nuevas generaciones.

Cada vez que oigo que quieren cancelar alguna película, video o cuento de antes de los 90s, pienso que no podemos ver las producciones, de antes, bajo el lente de ahora. Pero también pienso que si no lo hacemos ahora, las siguientes generaciones seguirán creyendo que esos comportamientos son normales.

Entonces tenemos una tarea. Más allá de criar hijos con los que tus hijas se sentirán seguras. Hijos que serían incapaces de cometer un abuso físico, una agresión sexual. Más allá de enseñarles a respetar a las mujeres, a sus amigas y a desconocidas en general. Enseñémosles a gestionar sus emociones, empoderemos sus decisiones, de la misma manera que le enseñamos a las niñas. Porque muy a parte del abuso físico, recordemos que también existe el abuso emocional y muchas veces es casi imperceptible. Y ya estoy cansada de ver, cada vez más, los términos fuckboy, personalidad narcisista o ghosting. Este tipo de cosas, en menor o mayor escala, también hieren, también afectan y también deberían ser consideradas una agresión. Estoy cansada de ver videos de chicas diciendo "PÁGAME EL PSICÓLOGO" (lo cual sería lo más justo, pero bueh).

No digo que sólo los hombres hacen estas cosas, pero a las mujeres les enseñamos desde pequeñas muchas cosas más, a nivel emocional, que no les enseñamos a los niños porque “llorar es de geis”… Ya hasta me hicieron dar dolor de cabeza. Las emociones no son buenas o malas, todas son necesarias. Llorar es necesario, sentirse vulnerable es normal, ser proveedor NO ES UNA OBLIGACIÓN EXCLUSIVA DEL HOMBRE. Más allá de criar hijos con los que tus hijas se sientan seguras, críen ADULTOS FUNCIONALES, que no hagan daño físico, ni emocional (consciente o inconscientemente). Que sepan reconocer sus emociones y gestionarlas. Que tengas los huevos y las herramientas para resolver conflictos, no huir de ellos. Que aprendan a reconocer y a VALIDAR los sentimientos de su pareja.

Empoderemos a nuestros niños a que sean lo que quieran ser. A los que no quieren usar pantalón, sino falda. A los que no quieren ser abogados, doctores, sino balletistas o músicos. Criemos grandes SERES HUMANOS, no grandes hombres o mujeres. Apoyemos y ayudemos a desarrollar individualidades. Ya nosotros estamos jodidos, no jodamos otra generación más POR FAVOR!

Y bueno, con los planetas en retrógrado, hoy es el día de dejar ir. Así que dejaré ir mi complejo de wonder woman, con la promesa de no criar más hombres adultos, pero sí criar a mis dos varones como seres humanos excepcionales. Hombres con las que tus hijas se sentirán seguras y que, además, las harán muy felices en todos los aspectos posibles.

miércoles, 19 de mayo de 2021

El peso de los 30 y pico

Millennials del mundo ¡Escuchadme!

 

Creo que lo que escribiré en este post hará que muchos se sientan identificados. Y lo escribo como un modo de catarsis, manifestar, dejar ir y que el Universo haga su magia. Hoy me sentí tan triste por tantas cosas, que hice lo que NADIE haría, cancelé todo lo que tenía para hoy,  me arreglé, me maquillé, me vestí con un vestido lindo y me fui a mi spot favorito: el suirancofi del village, a tomarme un café conmigo misma y comerme un mini caramel brownie. Y mientras me fumaba un par de tabacos, escribía en mi agenda. A veces es importante mandar todo a la mierda y darnos espacios para nosotros mismos. ¡ES VITAL!

Crecimos con una religión única, creencias únicas, maneras de ver la vida y el amor, únicos. Ejemplos un poco disfuncionales de cómo se debía vivir la vida en general. Ahora que estamos en una “mediana edad”, por decirlo de algún modo, nos hemos dado cuenta que hay muchísimo más allá de las creencias de nuestros padres y familias.

Las nuevas generaciones la tienen mucho más clara: haz lo que puta te haga feliz, sin importar lo que diga el resto del mundo. A nosotros, en cambio, se nos ha hecho mucho más difícil deshacernos de los parámetros que se nos fueron impuestos.

Crecimos viendo relaciones disfuncionales, modelos super empalagosos de amor. Matrimonios “para toda la vida” (sin importar si fueran felices o no). Amores a primera vista, grand gestures de película, etc., etc. Y cuando nos dimos cuenta que estas cosas no pasan en la vida real (las cosas lindas y románticas), muchos como yo, nos volvimos cínicos y hasta apáticos.

Siempre he dicho que soy más como un gato. No me gusta la melosería, ni que invadan mi espacio. Odio que me presionen o que me controlen. Pero, así como un gato, me acerco cuando quiero que me acaricien y me den mimos. Luego, que me dejen ser…

Obviamente antes no era así. Imposible que una “mujercita” fuera así. Ellas siempre deben estar dispuestas, con una sonrisa, ser cariñosas, delicadas. No hurañas, ni fuertes, ni tener su propia voz. Lamentablemente yo nunca fui así, como “debía ser”, y eso le dio muchos dolores de cabeza a mis viejos.

No fue sino después de mucha terapia que pude aceptarme a mí misma, fuera de los estándares de mis padres y la sociedad. Mucho me costó llegar a este punto de mi vida en que estoy completamente satisfecha con lo que tengo en mi vida. Menos con una sola cosa…

Los hombres…

Antes no podía estar sola. Ahora estoy convencida de que puedo y quiero. Lo prefiero. Las relaciones de hoy en día me parecen muy complicadas. Y es, más que nada, porque hemos perdido el concepto de responsabilidad afectiva, which I hate! Pero ese no es el punto de este post.

Todos tenemos problemas, todos tenemos vidas, responsabilidades, ya tenemos 30 y pico. La mayoría de nosotros estamos más allá, que acá. Y los que estamos solteros, con unas pocas excepciones, nos sentimos de la misma forma:

No puedo complicarme más la vida con una relación pero, al mismo tiempo, tengo la necesidad, humana, natural, de afecto. No de sexo. Sexo lo puedes tener con cualquiera. Doblas la esquina y encuentras sexo. Hablo de afecto, cariño, intimidad, tener a alguien que te bese y te abrace cuando lo necesites. Como cuando el gato, muy rara vez, se acerca a su humano y se abre de patas para que le sobe la panza. O le permite rascarle la cabeza. Y para eso, sí, no encuentras a nadie así no más. Porque eso implica una relación.

Creo que muchos ya pasamos (o dejamos pasar) el tren de formar una familia y todas esas shits tradicionales. Lo que queremos es, simplemente, un@ compañer@ de aventuras. Alguien para ver películas un domingo. Alguien con quién pedir pizza, tomar una cerveza. Alguien que te escuche, que solo te abrace y te deje llorar como una magdalena cuando sientes que el mundo se te viene encima. Porque se te viene encima, a ratos, es inevitable. Alguien con quien compartir una increíble química sexual y luego poder quedarse acostados, panza arriba, conversando de huevadas o, inclusive, de temas serios como filosofía o política. En fin, intimidad.

El problema es que nuestra generación le tiene miedo a eso, porque implica compromiso. Y la palabra compromiso la tenemos incrustada en el orto como sinónimo de casorio, casamiento, matrimonio, hijos, etc. Y no puede ser más falso.

Y creo que, el problema de esto, es que no somos claros con lo que queremos. Por ejemplo yo: no quiero volver a casarme, no quiero más hijos; la única manera de que vuelva a vivir con un hombre, sería solo por la posibilidad de tener sexo “a la carta”. No quiero endeudarme en conjunto, no quiero tampoco que nadie me mantenga. Así mismo, no quiero que me controlen. Quiero alguien que me acompañe y que me acolite. Que me escuche y que chismee conmigo, que me aconseje solamente si se lo pido. Porque ténganlo claro, yo no necesito un hombre. Yo quiero uno. Como dice Cher: “los hombres no son una necesidad”, podemos vivir sin pareja perfectamente.

Pero, a la vez, en ciertas ocasiones, necesitamos que alguien nos acompañe en este viaje tan de a verga e intenso, llamado vida.

Y si estoy escribiendo todas mis expectativas es con la única razón de manifestarlo concretamente. Me lo merezco.

Luego de todo lo que he vivido, estoy segura de que me lo merezco. Después de todo lo que he sufrido, Universo, CRÉEME que me lo merezco.

Es por eso que he venido a mi spot favorito, en mis mejores fachas, a manifestar concretamente lo que me merezco: Un hombre que quiera lo mismo que yo, sin huevadas, sin juegos, sin complicaciones. Que sume y que no reste. Trabajador y responsable. Emocionalmente estable. Que me quiera como soy y que me deje ser.

 

Y ahora lo dejo ir…

Que el Universo se encargue del resto.

 

Ustedes hagan lo mismo si les sirve, o no, o whatever.

Les contaré qué pasó…


jueves, 6 de mayo de 2021

¿Paciencia o Aguante?

 

Cada vez que has hecho algún tipo de trabajo psicológico en ti mismo; que has logrado, de cierta manera, arreglar un poco tus problemas; cuando has hecho cambios y estás feliz y estable… Siempre… Llega una persona que te descoloca totalmente y te hace sentir que todo lo que trabajaste, se fue a la mierda… Es ley.

Después de 3 años de trabajo intenso, de terapia continua, de afirmaciones positivas, de buscar hobbies que me ocupen la mente para no pensar huevadas, he llegado a un punto en que no sé qué hacer. Y estoy segura que muchos, hombres y mujeres, se sentirán identificados conmigo. Porque todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido un vicio, del cual no podemos huir, por más que queramos. Todos hemos tenido ESO que, si no estuviera, nuestra vida sería mejor. Pero, así también, si no estuviera, nuestra vida sería un poquito menos feliz.

Y pueden aplicar este post a cualquier cosa si quieren. Yo lo relacionaré al cigarrillo y a cierta persona que me tiene con pesadillas que hacen que me levante a las 4 de la mañana (como hoy).

Esto ya se los he contado antes, siempre he sido, en los últimos 3 años, de dejar relaciones que no me llenan, sin más ni más… ¿Por qué ahora es diferente? Llevo más de dos meses sin fumar, pero lo extraño. Extraño pegarme un tabaco en la mañana con un café. Extraño calmarme con el inhalar y exhalar. Aunque lo he reemplazado con un vape (que es casi lo mismo, pero menos dañino, dicen algunos), no es lo mismo. Y lo mismo me pasa con este personaje, al que vamos a llamar Eduardo.

Igual que el cigarrillo, Eduardo, no puede desaparecer de mi entorno. Por diversas razones que no vienen al caso. Hace un par de semanas decidí terminar la relación porque siento que no se me está dando lo que me merezco. Habiendo trabajado tanto tiempo en mi autoestima, sé exactamente lo que me merezco. Y no hablo de cosas materiales, sino de atención. Además de saber que soy una mujer extremadamente demandante.

Ahora, cuál es the tricky part: que Eduardo no es que no me ama, no es que es una mala persona, no es un abusivo machista, no tiene vicios… Es cariñoso, atento, detallista… Un hombre muy inteligente y divertido… En serio no saben lo locamente enamorada que estoy y me odio a mi misma por eso… ¿Por qué? Porque cuando comenzamos a salir él fue muy sincero conmigo, me contó todos los issues que tenía: problemas de comunicación, problemas con su matrimonio anterior, problemas para organizarse porque su trabajo es muy demandante y con horarios locazos. Y yo, como soy bien hasta las huevas, pensé que no iba a ser taaaaaaan malo. Pero lo fue. Y yo, que tengo serios problemas de ansiedad, típicos de mi condición, no pude más aguantar las circunstancias.

Creo que, en este punto de nuestras vidas, boomers, millennials, genZ, hemos escuchado o visto algún video de Camilo y Eva Luna, no? Pues uno de los pocos que he visto (porque realmente me dan cringe) era uno en el que Camilo comentaba de las distintas maneras de amar. Todos tenemos distintas maneras de amar, y no sé si aquí viene mi error constante, al comenzar una relación.

Yo tengo esta idea de que el amor es algo que te hace volverte loco, que te hace cruzar ciudades por ver a esa persona, que te hace querer verla todo el día, todos los días. Que no te deja despegarte de él/ella. Que te hace querer dar todo. (Irónicamente he dado todo, menos mi paciencia y mis ganas de trabajar en mi comunicación asertiva). Y no sé si esta idea es algo común, o yo estoy viviendo, aún, en una idea adolescente del amor.

Ahora, Eduardo, es una persona completamente introvertida y, obviamente, yo soy todo lo contrario. Nunca había estado con una persona que no fuera extrovertida, igual que yo. Así que tampoco sé cómo trabajar dentro de esta relación. Me ofusca mucho que no pueda comunicar sus sentimientos, cuando yo soy un desborde de sentimientos cada vez y cuando. Me frustra lo diferentes que somos. Y, obviamente, me doy cuenta que, en este pequeño particular, la que tiene la culpa soy yo. Ok, no digamos que tengo la culpa (aunque sí), pero siento que tal vez me estoy olvidando que él NO es yo, no tiene por qué ser como yo, no tiene por qué lidiar con los problemas de la misma manera que yo. Él no es yo, es otro. Y sé que esto ya lo dije en otro post, porque un amigo me lo repite siempre. Así que ¿de qué hablamos? ¿Cómo balanceamos esta necesidad de que nos quieran como nosotros queremos y aceptamos que la otra persona quiere distinto?

No tengo una fórmula mágica, no tengo una respuesta aún a esto (sino no me hubiera levantado hoy en la madrugada sólo para no tener más pesadillas). Si alguien tiene la fórmula para una relación armoniosa, es bienvenido a comentar…

Y, como dije en algún momento, por acá mismo, estoy convencida de que, Diosita, no tiene una varita mágica con la que te concede paciencia, sino que te da situaciones en donde tienes que ser paciente. Pero esta vez, Jebusito, te pasaste.

Ahora bien, ¿hasta qué punto es tener paciencia, y dónde ponemos la raya de “aguantar”? ¿Cómo no permitimos que estas relaciones se vuelvan tóxicas? Un ir y venir constante… Pues no lo sé aún. Voy a aplicar la gran Ted Mosby y voy a hacer una lista de pros y cons, en un yellow pad. A ver si ayuda porque, lastimosamente, mis sesiones con Susana, por ahora, están destinadas a trabajar otras prioridades. Les contaré cómo me va…

Muero por un tabaco y muero también por Eduardo… Y me alejo porque los dos, de cierta manera, me causan daño/estrés… Pero definitivamente mi vida es un poquito más triste sin ellos…

 



Nota: Disculparán mi ausencia. No sé si todos saben, pero me dio el bicho y estuve en cuarentena 3 semanas sin querer hacer nada. Me dediqué a pintar y dormir. Pero aquí estoy de vuelta, compartiéndoles mis problemas existenciales, like always.