lunes, 8 de noviembre de 2010

Una vida recordando... (parte I)


Amanecía. El día frío le impedía despertar, mas tenía que hacerlo. Un día nuevo empezaba. Eran días llenos de esperanza, de expectativa. Los últimos días de esta etapa de su vida. Pronto acabaría la secundaría y le emocionaba pensar qué vendría después. Ya había tenido una pequeña prueba de lo que sería la vida “de adulto” ya que había aprobado el pre universitario el verano anterior.
Abrió los ojos y se quedó inmersa en sus propios recuerdos. Había encajado perfectamente en el mundo universitario. Ansiaba volcar sus dotes intelectuales en libros, códigos y leyes. Estudiaría Leyes; el sueño de casi toda su vida. Sí, como muchos niños, en algún momento quiso ser arqueóloga, concertista o directora de una orquesta, es verdad. Pero había decidido que las Leyes eran lo más apropiado para ella y para su padre.
Su padre era un hombre de baja estatura, trigueño, honesto, trabajador y con sus valores muy arraigados. Había sufrido una niñez muy dura, con siete hermanos, en un pueblo lejano a la ciudad donde, había ya, formado una familia. Él había viajado por América Latina fugado de su casa. Había visto todos los aspectos buenos y malos de la vida. Había hecho teatro, artesanías, panadería y un sinfin de oficios que le permitieran vivir día a día en sus incontables viajes. Al fin de su trayectoria había decidido enseñar. Era maestro. Por esta razón habría de enloquecer si su primera y única hija le dijera, tal vez, que quería ser catriz o que quería dedicar su vida a la música, o a viajar como él lo había hecho. Siempre buscó lo mejor para sus dos hijos. Les dió la estabilidad económica que él nunca tuvo. Mas había descuidado un poco el trato con ellos. Casi no pasaba en casa y rara vez les hablaba...
continuará...

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