domingo, 12 de abril de 2020

COMO ADULTOS


Estimados seguidores, lectores, amigos…

La mayoría de ustedes están en el mismo rango de edad que yo, verdad? Entre los late 20’s y los gloriosos 30’s… Esta es una carta abierta a todo aquel, considerado adulto… Aunque, en teoría, todos somos considerados adultos al cumplir la mayoría de edad… Pero eso está bastante alejado de la realidad…

Este encierro ha sacado lo mejor y lo peor de todos nosotros. Luego de 3 años en remisión, la semana pasada, tuve mi primera crisis de ansiedad. Gracias a Dios todo se solucionó luego de un buen llanto. Creo que, en estos momentos, el llanto es super necesario para desahogarnos de todo lo que estamos viviendo.

Pero vamos al problema, al trip, al meollo del asunto, que nos ha reunido hoy a escribir, a mí, y a leer, a ustedes. Resolver los problemas, situaciones que se puedan presentar como adultos.

Ok, todos tenemos las emociones a flor de piel, es lógico que ya tengamos los niveles de paciencia al máximo. Todos tenemos problemas. Todos hemos visto fallecer a familiares o personas cercanas. Estamos en un caldo de cultivo de sentimientos que, sí o sí, van a salir a flote en cualquier momento. Lo entiendo. Pero insisto, como siempre, en la comunicación asertiva. Conservar la calma es difícil, pero es lo que se debe hacer, antes de fracturar relaciones.

Peco de ser fosforito. Y, aunque trato de controlarme durante mucho tiempo, a veces, simplemente se me sale el no aguantar ninguna huevada que perturbe mi paz. Por eso soy fan ferviente de hablar las cosas, en el momento, antes de que escalen a problemas más grandes. Pero no me refiero a en el preciso momento, en donde los ánimos estás caldeados. Sino luego de que pase un rato, cuando estemos más calmados. Pero que siempre se hablen. Los problemas no desaparecen si los barres debajo de la alfombra.

Lo peor que puede hacer un ser humano, sobretodo conmigo, es esperar que los problemas desaparezcan sin haberse hablado. Todo, absolutamente todo, se puede resolver, mediante el diálogo y los compromisos de parte y parte. Entonces entenderán cuánto me cabrea que alguien, en mi mismo rango de edad, tenga conductas de un crío adolescente. Por más que trate de ignorar estas conductas, en algún momento tendré que liberar mi disconformidad. Sorry, pero no me puedo quedar callada.

Tratemos de comportarnos como adultos responsables, no sólo de nuestros propios sentimientos, sino también de nuestras palabras y acciones. No podemos ir por la vida, diciendo cualquier cosa que, pueda o no, herir a alguien, con la excusa de que estamos encerrados y estamos sujetos a grandes niveles de estrés. Todo lo que decimos o hacemos tiene repercusiones, a veces muy importantes, que bien pueden dañar por completo una relación u amistad.

Vamos! Ya no somos niños! Dejemos de buscar excusas y hablemos…