domingo, 9 de febrero de 2020

¿HASTA DÓNDE?

Cuando comencé a escribir, hace diez años, más o menos, tenía una forma de pensar. Estaba muy joven y escribía sobre mis relaciones, desde mi punto de vista. Los que me siguen desde ese entonces, saben que, al pasar los años, he crecido mucho, como persona, como mujer. Lo que pensaba hace diez años, definitivamente, no es lo mismo que pienso ahora. Y mucho menos lo que siento.

Cuando somos jóvenes, queremos un amor de película. Personas que tengan detalles monumentales con nosotros. Que nos amen a pesar de los obstáculos. Que nos propongan pasar el resto de nuestras vidas juntos, bajo la lluvia. Así puedo enumerar muchas situaciones que buscamos, cuando pensamos en el amor perfecto.

A los treintas, luego de fracasos y decepciones, nos damos cuenta que, muchas veces, no es quien te lleva a bailar un sábado, con quien tienes sexo increíble, el que vale la pena, sino el que te escucha y te dice las cosas que no quieres escuchar.

Pero, ¡vamos! Para muchos en sus treintas, encontrar a alguien se hace una tarea monumental. Por el simple hecho de que no queremos cometer los mismos errores del pasado, nos hacemos una lista interminable de características que queremos en nuestra pareja. Lo cual está muy bien, hasta que nos damos cuenta que, no siempre podemos controlarlo todo. Y en estos temas del amortz, es más lo que NO podemos controlar, que lo que sí podemos. Aún así todos podemos decidir hasta dónde aguantamos y hasta dónde cedemos.

Creo que la mayoría de nosotros, pasados los treintas, tenemos una lista de cosas que NO ACEPTAREMOS nunca de una persona. Por mi lado, que sea machista, que no me tome en serio, que no tenga aspiraciones grandes (como las mías) y que sea violento. Pero ¿qué pasa cuando conoces a alguien, que te gusta, y que, podría encasillarse en alguna de las cosas que NO aceptarías nunca? ¿Hasta dónde debemos ser tolerantes y aceptar que NUNCA (podría ser) encontremos a una persona que se ajuste 100% al perfil que buscamos? Obviamente existen cosas que nunca de los nuncas podemos aceptar, porque, de hacerlo, nos encontraríamos en una relación tóxica. De esas que no dejamos simplemente para no quedarnos solos.

Entonces, he ahí mi interrogante, ¿hasta dónde aguantar? Sí, hay cosas que no podemos aceptar, porque simplemente no podemos, por ejemplo que coma con la boca abierta o que escupa al hablar, en mi caso.

Debemos entender también, que hay conductas que se pueden educar y otras que no. Por ejemplo, un machismo súper light, digamos simplemente que no entiende el movimiento feminista (no de esos que usa la palabra feminazi), podría educarse si la persona está abierta a aceptar otros puntos de vista. Depende de cada persona, si está dispuesta a ayudarle a la otra a crecer o, definitivamente, no está resuelta a seguir en una relación así. Y aquí comienza otro dilema, ¿podemos o debemos, descartar simplemente, a una persona que no cumple con nuestros requerimientos? ¿hemos llegado al punto en nuestras vidas en que consideramos a las personas como objetos descartables?

Indudablemente, depende de cada uno de nosotros, decidir hasta qué punto estamos dispuestos a aceptar o a entregarnos a lo que no podemos controlar. A veces, sí, nos pueden gustar personas que, no cumplen todos los criterios de nuestra lista. Sería hermoso que pudiéramos enamorarnos sin pensar en todas las decepciones que hemos tenido antes, y las que nos llevaron a hacer esa lista, en primer lugar. Pero what’s done is done y sólo nos queda seguir.

Igual, esta decisión, de seguir o no, o de hasta dónde aguantar, depende mucho, también de si la persona se muestra receptiva o abierta a nuevas ideas. Si la pareja muestra interés en corregir o modificar conductas (no cambiar enteramente su forma de ser), para que la otra persona no se sienta mal.

Creo que todos van a estar de acuerdo conmigo en que, cuando te casas o te vas a vivir con alguien, el tema de la convivencia armoniosa requiere de mucho sacrificio y de ceder, para que los dos estén felices. Compromiso. Acuerdos. Eso…

Si definitivamente no te gusta alguien, no hay razón para seguir ahí. Si piensas que esa persona no tiene nada bueno que aportarle a tu vida, pues ya nada… Pero si esa persona tiene cosas más buenas, que malas, pues es tu decisión si lo ayudas a crecer. Si quieres que crezcan juntos. Si estás dispuesto a “luchar” por él/ella. Porque esto, creo yo, sí es luchar por la relación. No aguantar infidelidades y golpes.


¿Hasta dónde debemos considerar una relación descartable? ¿Hasta dónde consideramos justo trabajar en una relación?

No hay comentarios:

Publicar un comentario