jueves, 20 de enero de 2011

AMANDOTE EN SILENCIO

¿Es mucho pedir un novio/a cursi? Cientos de personas se han de haber hecho la misma pregunta quién sabe cuántas veces. A pesar de todas las decepciones amorosas que hayamos vivido, seguimos buscando esa persona perfecta para nosotros. En mi caso, la persona perfecta no es la que no tiene ningún defecto, es más, mi hombre prefecto es hermosamente imperfecto. Normalmente lo que, a mucha gente, le parece defectuoso, para mí es digno de admiración y fuente de sonrisas diarias. Un hombre realmente sin defectos me aburriría por completo. No soy masoquista, pero me gusta tener bien claro que la persona que está conmigo, es tan humana como yo. Tengo muchísimos defectos, la mayoría completamente identificados, y me da seguridad darme cuenta que éste hombre a mi lado, tiene muchos desperfectos, así como yo.
Normalmente, pido muchas cosas para navidad. La mayoría materiales. Pero en el 2010, lo único que le pedí al niñito Jebus, fue un hombre, un compañero. Un tipo divertido, guapo (dentro de mis parámetros de belleza), inteligente y que sea mayor que yo. No sé si fue suerte, pero por esas cosas del destino, conocí a alguien que me ha alegrado mucho con sus defectos y virtudes. Y vino como que si lo hubiera ordenado por pedido especial porque fue exactamente todo lo que buscaba. Lo que me hace preguntarme, si es que le pidiera el próximo año el carro que tanto quiero, ¿me lo concedería? (jaja chiste agrio) Volviendo al tema. Éste personaje, mi “cucho”, no es mi novio, ni mi pelado, ni mi vacile, es la persona que está conmigo. El que me hace reír, el que me da seguridad, el que se preocupa por mí, el que me apapacha, me acaricia y el que me hace no querer estar con nadie más. Y dentro de esta relación imperfecta, frente a los ojos de muchos que trataran de entenderla, estoy feliz. Obviamente, tengo muchas dudas por razones aparentes más allá de mi miedo al compromiso y a entregar más de lo que se me entrega, pero estoy tranquila. He recibido comentarios de cómo no parece que estuviéramos amarrados. Y de hecho, ése es el tema principal de mi post. De cómo ser cursi, o tener demostraciones de afecto muy obvias, pueden matar, o ayudar a una relación.
Recuerdo que hace algún tiempo tuve una relación, con una persona, que en su momento pensé era perfecto para mí. Espectacular como novio, cursi como él solo, atento, caballero, detallista. Fue una relación fugaz y me di cuenta que al mes de estar juntos habíamos agotado los recursos afectivos. Ya nos habíamos dicho todo, ya nos habíamos demostrado todo. No niego que fue una relación muy bonita y el hecho de tener ese tipo de atención fue increíble, pero hubiera preferido, ahora, tener esas demostraciones en dosis más pequeñas, para que duraran más y poder disfrutarlas mejor.
En este momento, en cambio, me pasa todo lo contrario. Éste cucho me tiene loca, porque es todo lo opuesto a lo que soy yo. Yo soy apurada, impaciente, quiero todo en el instante. Soy número uno para encariñarme en poco tiempo. Soy enamoradiza, lo admito. Y siento realmente que estoy en una película tipo “raising helen” donde se me enseña cómo vivir la vida de manera óptima. Claro, que a raíz de esto me surge la paranoia de vez en cuando, pero luego de reflexionar un poco vuelve la calma en mí. Cucho, así como yo, tiene un miedo al compromiso completamente justificable (en estos tiempos ¿quién no le tiene miedo al compromiso?), lo que a mí me llena de muchas más dudas. No sé si siempre será así, o a medida que progrese la relación, esto irá cambiando. No sé si él toma tan en serio las cosas como yo. No sé si tendrá una segunda opción por otro lado. No sé. Prefiero no saber. Cuando por fin pasa la paranoia, me doy cuenta que las cosas están bien como están. Conociéndonos. Gustándonos. Saliendo. Compartiendo juntos. Una relación fluida en vez de una forzada a salir bien.
Si nos ponemos a analizar bien el “estar amarrados” o ser novios es sólo un título. Me he dado cuenta que tenemos exactamente los mismos beneficios (los dos) que si estuviéramos amarrados, y así mismo nuestras “obligaciones”. Hace unos días escuché en una película una frase que me cayó como anillo al dedo: “we’re both adults… we know what we want and we’re happy with each other… why put a label on it?” Los dos somos adultos, sabemos lo que queremos y estamos felices el uno con el otro, ¿por qué ponerle una etiqueta a eso? No pudo estar más acertado el personaje. Me puse a pensar que, en el pasado, ésta sed de reconocimiento del amor ante el mundo, sólo me había traído problemas. Esta fuente de cursilerías no duró más que un mes. Y estoy más que feliz porque ahora, en el momento en que diga TE AMO, será porque realmente lo siento, no porque es costumbre. Claro que me costará mucho decirlo porque no sabré cuál será el momento adecuado, lo que será normal, porque recién estoy aprendiendo a tener una relación “como se debe”. Aunque, a veces me siento limitada, sólo así aprenderé a dar amor en la medida justa.
Pregunté un día ¿por qué limitarte? Y recibí esta respuesta: “digamos que tienes un pastel riquísimo, ¿no quisieras saborear cada pedazo lentamente para prolongar el tiempo que te dura?” Literalmente, me caí como condorito. Nunca había pensado en una relación de esa manera. Nunca había saboreado cada momento, cada detalle por más pequeño que sea, cada minuto con esa persona. Me está costando mucho aprender todo de nuevo. Cambiar mis malos hábitos, desordenados, para darle una oportunidad a esta relación que va como a 30km/h. Pero me gusta que me cueste, porque lo que fácil llega, fácil se va. Las relaciones del pasado en dónde he dado de todo, me han durado lo mismo que un abrir y cerrar de ojos. Las relaciones en dónde me han gritado ante el mundo entero que me aman sólo han sido pantalla. Por lo menos ahora, sé que ésta relación es sincera, porque no es pantalla, es sólo mía y de él. De vez en cuando lanza pequeños detalles, que tal vez para muchos, serían insignificantes, pero para mí, son esos detalles los que me hacen el día. Nunca fui de gustarme regalos caros o detalles ostentosos, siempre he sido sencilla y concreta en las cosas que me gustan, por eso esos pequeños detalles me matan.
Claro que me muero por gritar a todo el mundo que éste hombrecito me encanta, porque ésa es mi naturaleza. Pero ésa naturaleza “salvaje” me ha traído muchos problemas en el pasado. No me hace falta un cambio de estado sentimental en el facebook para demostrar lo que siento por él, sea lo que sea que siento por él. Mi duda es ¿por qué a las otras personas sí les interesa recibir estos detalles ostentosos? No niego que me encantaría recibir flores, globos, etc., pero por ahora me basta con lo que recibo. Me importa más recibir seguridad, comprensión, atención, cariño. Me importa más tener alguien con quien poder hablar de todo y que me de la seguridad de que va a estar ahí para mí. Poco a poco la relación va progresando. Yo sé por qué lo digo, lastimosamente, no voy a poner muchos detalles sobre eso pero, ése es el punto, a mí me basta con que él y yo lo sepamos para que todo esté exactamente como yo quiero que esté. Antes no hubiera aceptado esto, pero antes mis relaciones duraban máximo tres meses. Veremos ahora qué pasa. 


Mucho OJO, no estoy justificando a los hombres que, por naturaleza, no son detallistas. Como ya lo he dicho, las mujeres buscamos un hombre que nos demuestre sin miedo qué es lo que siente por nosotras. Ésta es la mayor fuente de problemas en las relaciones. Pero muchas dejamos de lado el hecho,. de que los hombres demuestran amor de otra forma. Aunque, sabemos que sí deberían esforzarse de vez en cuando, aunque sea, nosotras también debemos reconocer su forma de demostrarnos afecto. No es que nos vamos a conformar, pero piensen que de esta manera, el detalle que salga de nuestra pareja será porque realmente le nació, no porque nosotras estuvimos presionando para que sea detallista.
Hay muchas personas que, ante el mundo, tienen una relación perfecta pero, la realidad es otra. Se pasan peleando, se celan, se prohíben cosas, no confían el uno en el otro, etc. Mi relación es perfecta para mí. No me importa que sea imperfecta para  muchos. No necesito hacer pantalla de que tengo una relación perfecta. Sé que no lo es, y se puede decir que todavía está “en construcción”. Y por eso me encanta, es perfecta porque no es lo mismo de siempre. Tengo lo que necesito y es lo único que importa. “Sólo la cuchara sabe el mal de la olla” lo mismo se aplica aquí, sólo yo se lo feliz que estoy y por qué lo estoy, no necesito que nadie más lo sepa, ni lo entienda. En el pasado he sido impulsiva y acelerada y por eso mis relaciones han sido de la misma manera, fugaces. Ahora estoy aprendiendo a llevar las cosas con calma, disfrutando, saboreando, cada beso, cada mirada, cada roce, cada risa y cada detalle. Por último, si esta relación no funciona, habré disfrutado lentamente hasta el último pedazo de torta.



I LOVE US

No hay comentarios:

Publicar un comentario