viernes, 10 de diciembre de 2010

Buseteando…

Yo, realmente, no sé qué cara pondré cuando voy en la buseta, porque nadie osa sentarse a mi lado, a menos que esté completamente lleno. Me encanta, aunque nadie lo crea, viajar en transporte público. Un refrescante escape de la rutina pelucona de la vía a zamborondón. Nuestra ciudad es tan rica en personajes que, tal vez, sea imposible enumerarlos todos. Cada vez me sorprendo más. Confieso que muchas veces ando con la boca abierta viendo las personas que se suben al bus. No sé cómo así todavía no me han robado.
Es chistoso ver las diferentes clases de personas. Personajes creados en fusiones de culturas diversas. El caramelero que anda con ropa hip-hopera, gorra rapera y habla sabroso: “Habla peladosh lleva tu caumal” Todavía no sé el verdadero nombre de esos caramelos de menta. El evangélico/a que se sube a compartir el evangelio y que trata de convertir a todo el mundo para que donen unas moneditas a su iglesia. Comparte sus experiencias, algún versículo bíblico y la historia de cómo fue su iluminación: “yo vivía preso de las drogas hasta que me iluminó nuestro Señor Jesús Cristo Redentor. ¡ARREPIÉNTETE!”. El que hace chistes, pero no es payaso. Gracias a Dios, nunca, mientras yo he andado en bus, se ha subido un payaso, porque ahí sí caeré desmayada. Muero de miedo con los payasos. Bueno este personaje que se le carga a todo el mundo. Una vez recuerdo que me dijeron que me parecía a Paloma Fiuzza (¬¬). Pero luego de todo el discurso uno termina riendo, lo que hace que la buena fe de algunos, terminen desembolsando una que otra moneda.
Y así muchas otras personas suben y bajan del bus en el recorrido que yo hago. Los trabajadores de las ciudadelas; la madre que lleva a sus hijos a la escuela y se  los trepa encima a todos para que le cobren un solo pasaje; los que todos pensamos, son fichitas, que al fin y al cabo sólo son trabajadores honestos mal influenciados por la moda norteamericana; los estudiantes de colegio que van jodiendo entre ellos, ya los demás; el papá celoso, que lleva a la nena, ya de 25 años, al trabajo; el mojino con el raspahielos o el 1100 que grita al contestar el teléfono. Muchos. Como ya dije no podría describir a todos; la señorita que se va maquillando con los saltos de los baches y no se mancha. Eso es ser experta maquilladora en buseta. He visto algunas que llevan la cuchara en la cartera para rizarse las pestañas.
Pero el que se lleva el premio al mejor personaje, siempre es el chofer. El señor profesional del volante. Con sus calcomanías pegadas adornando toda su buseta. “Yordi Alexander” encima del tablero, los perritos que mueven la cabeza y la típica figura noventera de No Fear. Tanto recuerdo a un chofer específico. Cuando era pequeña iba todos los días al conservatorio en buseta. Y había un chofer que me tocaba recurrentemente. Como siempre he sido miedosa, me sentaba en la primera banquita del bus, detrás del chofer. Y este hombre, en su inmensidad de cuerpo, usaba unos pantalones a la cadera. Comprenderán que mi vista desde el primer asiento no era tan placentera que digamos. Pero siempre me acuerdo de él. Me hacía reír mucho con su bachata y una radio que escuchaba donde decían chistes patanes. Volviendo a los choferes en general, siempre que me subo a una buseta, escucho casi las mismas emisoras. Muero de risa pensando cómo tienen la habilidad de tomar canciones buenísimas y convertirlas en tecnocumbias y tecno paseíto.
Todo esto adorna la experiencia de viajar en transporte público en nuestro país. No sé cómo será en la sierra, pero me imagino que allá primarán los elementos autóctonos de esos lugares. Muero de risa recordando todo. Y en la metrovía ni se diga. Ahí hay otro tipo de personas. Los que no tienen nada que hacer y salen a pasear con su ipod en el bolsillo. Los cómodos que, ni así vean a una mujer embarazada, ceden el puesto. Los que salen con la novia al parque. Etc.
Muchos dirán que estoy loca pero, no cambio por nada la experiencia de viajar en transporte público. Me encanta aprender de las muchas subculturas que existen en nuestro país. Y si creen que soy chola porque me gusta, pues bueno, SÍ, soy chola, ¿Y?

2 comentarios:

  1. Stephani Silva Colina31 de diciembre de 2010, 13:41

    oie chola de mi patria esta vez solo te voy a comentar para corregirte algo... la cuchara es para rizarse las PESTAÑAS!!! las cejas no se rizan solo se peinan!!!! jajajajajajaja

    ResponderEliminar